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Lamentable pasaje urbano

Llegué en mi auto al estacionamiento de un supermercado, había un hombre y una mujer forcejeando. Pensé que mi percepción era equivocada, pues cerca de ellos había dos hombre maduros arreglando un coche.

Si pasaba algo, ellos ya hubieran ayudado, supuse.

Me estacioné y, al bajarme, claramente vi cómo el hombre le torcía el brazo a la mujer, ella le decía que le entregara el celular.

Sin meditarlo le dije a la mujer que si quería le podía llamara a la Policía, él rápidamente la soltó y me respondió de forma violenta que la llamara «rápido, pero ya», varias veces.

Ella aprovechó para irse, o eso es lo que me pareció cuando me distraje al marcar en mi celular. El hombre se fue en un auto color vino.

¿Por qué no intervinieron esos señores que estaban cerca? Los miré alzando los brazos en señal de que no entendía.

Supongo que así son muchas personas en este país; eso que vi ahí, es el destino de las mujeres.

Afortunadamente para ella, llegué; mas no dejo de sentir una enorme tristeza.

Y pensar que hay hombres que culpan y difaman a las mujeres, y protegen a los agresores amigos.

DESPEDIDA

Los libros de poemas impresos donde fui jurado, no los tiré a la basura, ni los reutilicé para escribir sobre ellos, los resguardé esperando una noche para despedirlos en secrecía, una vez más se transformarían sus palabras.

Fue al inicio de la pandemia, hoy libero las imágenes.

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