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Mirar al futuro

En esta semana navideña todos hacemos una pausa en nuestras agitadas vidas. Y aunque a veces los problemas y las presiones no desaparecen, sí nos damos un respiro para convivir en familia y celebrar las fiestas decembrinas.

Conforme se acerca el fin de año, solemos pensar en retrospectiva y hacer un análisis en lo personal, familiar, profesional y social del año que agoniza. Y aunque a veces el saldo no es halagüeño, debemos tener claro que las derrotas y fracasos sufridos no son más que inversiones en experiencia y en carácter que otorgarán frutos después.

Pero además de mirar al pasado, debemos pensar en el futuro. Y no me refiero a los clásicos compromisos de Año Nuevo ya para febrero olvidados. Estamos a unos días de iniciar una nueva década y con ello la consolidación de tendencias en apariencia irreversibles. En la medida que estemos consientes de ellas, podremos planear mejor nuestros negocios y anticipar nichos de oportunidad.

Según un documental de la prestigiada cadena inglesa BBC, en los próximos 20 años la generación de energía eléctrica será básicamente solar, generada principalmente en los países africanos, donde el Astro Rey tiene una presencia permanente. Al respecto, se espera también avances tecnológicos importantes en su almacenamiento para disposición nocturna.

Se prevé una consolidación de la hegemonía de China en lo financiero y cultural. Las empresas procedentes del Dragón Asiático continúan desplazando a las norteamericanas y europeas, lo mismo que sus bancos, quienes serán los grandes acreedores del mundo. Y como en China las instituciones financieras son principalmente propiedad del gobierno, ya nos podremos imaginar la cantidad de poder acumulado.

La inteligencia artificial sustituirá no solo empleos mecanizados, sino algunos especializados como los de abogados y médicos, afectando a los países que basan su economía en los servicios, como los europeos. Volverá el auge de las bellas artes, las actividades creativas y todo aquello que no pueda ser hecho por robots.

El petróleo y el gas ya no serán demandados, ni como energéticos ni para producir plásticos, por lo que su valor tenderá a cero. Los países del Oriente Medio, así como todos aquellos que extraen hidrocarburos, si no se diversifican, verán colapsadas sus economías. El agua limpia se convertirá en el bien en disputa y fuente de los futuros conflictos.

El «Big Data» será uno de los activos más valiosos que podrán poseer el gobierno y las empresas. Y al mismo tiempo, en aras de proteger la privacidad, habrá corrientes fuertes para abandonar las redes sociales y desconectarse, lo que no será sencillo ante la irreversible tendencia de la desaparición del efectivo.

Son algunas ideas para reflexionar hacia el futuro. Por lo pronto, vivamos el momento y aprovechemos estos días para disfrutar en familia. Al final de cuentas, la felicidad es la madre del éxito. ¡Feliz Navidad! 

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