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Llegó el remolino y…

Dentro del clima de malestar, incertidumbre y paranoia que vive el planeta a causa del coronavirus como crisis sanitaria sin precedentes, ocurren acontecimientos que nos permiten vislumbrar en algunas naciones y aún en la nuestra una cantidad sin medida de información en la que se cuela la monotemática de esta que muchas llaman guerra. Así la clasificó el Presidente de Francia, Emmanuel Macron.

Nos conviene administrar nuestros ánimos, no transmitir el estrés ni el miedo, hagamos sentir a los que conviven con nosotros en el aislamiento que estamos a salvo con actitudes y buen ánimo, con actos de bohonomía, afabilidad y honestidad.

No permitamos que la inseguridad de los adultos se transmita a los infantes, hable con ellos de la situación pero induciendo al diálogo franco, hagámoslos parte de la cadena de cuidados ante la pandemia, la sana distancia, el lavado de manos. Conectémonos a esta comunidad solidaria en la que cada uno asume su responsabilidad, hágales saber  lo que viene, no espere a que se enteren por las redes sociales, amigos o los medios de comunicación.

Amabilidad, gentileza y comprensión, démoslas en abundancia; trate de mantener la rutina normal, hay muchas cosas que se pueden hacer. No les transfiera ansiedad a los suyos, vea a los niños, disminuya su contacto con los medios, no permitamos que nos intoxiquen con la información amarillista, porque hay gente dedicada a transmitir verdades a medias o mentiras para crear escenarios macabros.

No se puede ignorar que en México la comunicación política del Gobierno Federal acerca de la evolución de la pandemia ha sido continua y clara, aunque ante la hecatombe que se está viviendo con casos confirmados en la mayor parte de Asía, Australia, Norteamérica y Europa, que crecen de forma exponencial, nosotros estamos todavía en una dimensión muy controlable de estos momentos críticos de la pandemia.

Hay hechos gratos, gracias al desarrollo de las tecnologías digitales, los artistas, músicos, teatristas, escritores, bailarines y cantantes se preparan para ofrecer su arte, sus obras a todos aquellos que de alguna manera nos vemos obligados a estar recluidos en el hogar. Con el ánimo de compartir con usted la serenidad y la alegría de la vida le ofrezco una linda poesía de Mario Benedetti.

Por qué cantamos.

Sí cada hora viene con su muerte si el tiempo es una cueva de ladrones los aires ya no son los buenos aires la vida es nada más que blanco móvil

usted preguntará por qué cantamos.

Si nuestros bravos quedan sin abrazo la patria se nos mueres de tristeza y el corazón del hombre se hace añicos antes aún que explote la vergüenza

Usted preguntará por qué cantamos.

Si estamos lejos como un horizonte si allá quedaron árboles y cielo si cada noche es siempre alguna ausencia y cada despertar un desencuentro

usted preguntará por qué cantamos.

Cantamos porque el río está sonando y cuando suena el río, suena el río cantamos porque el cruel no tiene nombre y en cambio tiene nombre su destino.

Cantamos porque el niño y porque todo y porque algún futuro y porque el pueblo cantamos porque los sobrevivientes y nuestros muertos quieren que cantemos.

Cantamos porque el grito no es bastante el llanto ni la bronca cantamos porque creemos en la gente y porque venceremos la derrota.

Cantamos porque el sol nos reconoce y porque el campo huele a primavera y porque en este tallo en aquel fruto cada pregunta tiene su respuesta.

Cantamos porque llueve sobre el surco y somos militantes de la vida y porque no podemos ni queremos dejar que la canción se haga ceniza.

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autora, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx.

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