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Sorbos amargos

Al primer sorbo del café sin azúcar, junto a la ventana, me he dado cuenta de que no es lo más amargo que podría pasar hoy, que hay adversidades que aguardan bajo esos miles de pares de cejas que veo pasar.

Siento el deseo de desprenderme las pupilas y hundirlas junto a mi galleta en la taza de café.

 Desde el cuarto piso sólo veo gente común, como yo… Individuos esclavos del capitalismo, presos de los portafolios que cargan bajo el brazo, que esconden dentro de sus elegantes ropas el mismo instinto neandertal que yo: sobrevivir.

No quiero llamarnos egoístas, pero supongo que todos respiramos bajo la misma norma: «Generar un plan de vida propio y luchar para no ser sólo parte del éxito de alguien más”.

Viviendo día a día en la desidia, en negro o blanco, te culpo y me culpas, algunos disfrutan matar y otros dar vida, sin embargo el día y la noche aparecen para los que trabajan plantando árboles y para los que trabajan talándolos. Es como encontrarle el inicio y el final a la circunferencia.

Cuando nuestra innata esencia hedonista se consuma bajo la tierra junto a nuestros huesos, entonces habremos entendido que lo teníamos todo aunque fuésemos nada, y  que quienes creían haberlo tenido todo terminaron siendo nada.

Cuando las hormigas sean quienes nos pisen y caminen sobre nosotros, sin poder inmutarnos comprenderemos que la vida es un chiste mal contado, una broma sin gracia y hemos vivido atrapados en una metáfora.

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autora, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx.

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