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Lecciones de una reinvención: Qué hice cuando descubrí que mi vocación no concordaba con mi carrera

«La vida es demasiado corta para tener el trabajo equivocado. Haz lo que te apasiona.»

Leí esto en el muro de mi ilustrador favorito hace un tiempo, y sonreí al pensar en mi propia vida. Cuando salí del colegio como la mejor graduada de la especialización de Ciencias Sociales, estaba decidida a estudiar Psicología, Comunicación Social o Literatura. Quería algo que me permitiera ayudar a la gente y al mismo tiempo desempeñarme en lo que siempre me había gustado: el mundo de las letras.

Cuando socialicé mis pretensiones de seguir una carrera afín a lo que me apasionaba, mi papá no estuvo de acuerdo, le causaba temor que seguir una carrera de humanidades entorpeciera mi inserción en el mercado laboral. Supe que sus temores tenían fundamento cuando vi que mis buenas notas y numerosos diplomas del colegio no sirvieron de nada al momento de conseguir un trabajo, el único puesto en el que me daban oportunidad era el de vendedora puerta a puerta, y aunque quienes me conocen me dicen que tengo madera de comercial, nunca he sido amiga de perseguir a la gente, así que no prosperé en el competitivo mundo de las ventas.

Primera lección: Si eres padre, jamás dejes a tus hijos solos en sus procesos. Mi papá no estaba de acuerdo con lo que yo consideraba mi vocación pero nunca dejó de aconsejarme. Por otro lado, si eres hijo, escucha la voz de tus padres. No te digo que renuncies a tus sueños por complacerlos a ellos, pero date cuenta que ellos hablan por una razón. Descubran juntos cuáles son sus opciones, y qué pasos pueden dar para hallar la mejor solución.

Hasta ese momento solventaba mis pequeños gastos con lo que ganaba ayudando a mi abuelita en su negocio, lo que me sirvió de mucho ya que me demoré dos años desde mi graduación en conseguir un trabajo formal. En ese tiempo, con el apoyo de mi madre, pude empezar a estudiar Comunicación Social, pero tuve que abandonar la carrera por un quebranto en mi salud. Cuando me recuperé y pude volver a estudiar, varios sucesos amargos me orillaron a desesperarme en cuanto a mi futuro, así que opté por cambiarme a Contaduría, la que, hasta donde pude ver, tenía más campo ocupacional.

Segunda lección: No tomes decisiones movido emocionalmente por la experiencia de otros. Yo estaba desesperada por conseguir trabajo, y abatida porque en mi país los comunicadores sociales son mal pagados, así que opté por cambiarme sin estudiar a fondo el mercado. Escogí Contaduría porque veía muchos anuncios de empleo solicitando asistentes contables, tenía amigas a las que les iba bien en sus trabajos y en algún momento vi frente a mis propios ojos a una chica conseguir un puesto bueno en una empresa porque estaba estudiando esa carrera, pero nada de esto me ayudó a detectar mis fortalezas y oportunidades personales. Cada vida es única y tiene áreas diferentes en las cuales aportar. Busca algo a tu medida, en la que puedas darle al mundo aquello que sólo tú tienes.

Debo ser honesta aquí, Contabilidad fue la materia que más detesté durante toda mi vida académica, y lo único que me impulsó a tomar esa decisión fue la idea de que no tenía futuro como comunicadora. Pensaba que había gente trabajando en áreas horribles, y si ellos se ganaban la vida sin chistar, yo podía ser capaz de acostumbrarme a lo que siempre odié.

Craso error. Durante cinco años, envidié a mis compañeras que estaban estudiando lo que ellas de verdad querían, y aunque tuve la dicha de tener profesores increíbles, capaces de hacer llevadero y hasta agradable mi tormento, ello no fue suficiente para motivarme a amar algo que no estaba hecho para mí.

Tercera lección: Bien dicen que a la fuerza ni los zapatos entran, pasé cinco años huyendo de mí misma, tratando de encajar en un lugar al cual nunca pertenecí. Tuve los mejores profesores, compañeros maravillosos, hice grandes amigos, y aprendí un montón de cosas, pero nunca me sentí motivada para dar lo mejor de mí. En la secundaria, estaba en lo mío y llegué lo más alto que pude, inclusive a representar a mi colegio en varios concursos, pero en la universidad nunca destaqué. Era buena alumna, pero mis notas eran producto de la disciplina y del sentido del deber, no del amor. Es bueno ser disciplinado, es bueno comprometerse, pero no es bueno vivir atado a aquello que te restringe de alcanzar tu verdadero potencial.

La idea de cambiarme otra vez de carrera me tentaba, pero siempre he sido partidaria de la estabilidad, y pensaba que no era coherente con mis valores andar saltando de una facultad a otra, aunque en el fondo estaba plenamente consciente de que no quería desarrollar una profesión como contadora. Me dieron la oportunidad de hacer mis pasantías como asistente contable, y luego una amiga me recomendó para tener el mismo cargo, a medio tiempo, en una empresa de consultoría de sistemas de gestión. Para ese entonces, yo ya había trabajado en proyectos de gestión por procesos y me gustaba, así que veía en el puesto de asistente contable un trampolín que podía usar para colocarme en donde realmente quería estar.

Cuarta lección: Lo mejor que pude hacer fue aprovechar las oportunidades que se me presentaron para explorar otras opciones fuera de la contaduría, así descubrí el mundo de la gestión por procesos, que fue aquello de lo que me enamoré y en lo que, hoy por hoy me desempeño. Parte indispensable de mi reinvención profesional fue hacer contactos valiosos. De hecho, creo que esto ocupa un lugar predominante en la estrategia de toda persona que desee buscar trabajo o hacer negocios. Ser capaz de construir y mantener relaciones sólidas que nos abran puertas a futuro es una habilidad obligatoria de todo profesional del Siglo XXI.

En la consultora donde trabajaba el ambiente laboral era muy bueno, los jefes excelentes, me dieron la facilidad de capacitarme con ellos y yo me sentía en la gloria cuando iba a los cursos que dictaban, pero supe que había llegado a un punto de inflexión en mi vida cuando me llamaron para una entrevista de trabajo en otra empresa: el cargo era el mismo con el doble del sueldo. En el momento en que la reclutadora me dijo que era muy probable que yo quedara finalista me llené de angustia. Por primera vez en mi vida amanecí rogándole a Dios que no me permitiera ser seleccionada, entonces me di cuenta que jamás iba a acostumbrarme a algo que nunca fue para mí.

Quinta lección: No todo es dinero. Para ese punto de mi vida yo ya no quería seguir siendo asistente contable, sin importar cuánto me pagaran. Esto no lo confirmé hasta que me vi en una situación que me obligó a enfrentarme conmigo misma. Yo me sentía bien en mi trabajo porque me trataban con cariño, y me enseñaban sobre temas de los que me gustaba aprender. Recordemos que trabajaba en una consultora de sistemas de gestión, así que yo constantemente estaba en búsqueda de que me dejaran participar en algún proyecto y procuraba hacer méritos para que me tomaran en cuenta. Lamentablemente la oportunidad no se dio, por factores externos, pero mi jefa me refirió en lo posterior y pude conseguir un trabajo en lo que realmente quería.

A partir de esa experiencia, decidí buscar trabajo en algo que realmente me gustara y me incliné por la docencia. Enseñar siempre ha sido una pasión para mí, de hecho me he desempeñado dando clases desde que estaba en el colegio, primero como hobbie, luego como voluntariado, después hice de ella una fuente alternativa de ingresos y justo cuando estaba decidida a convertirla en mi actividad principal un profesor de la universidad se reunió conmigo para aconsejarme al respecto. Antes de nuestra reunión sólo nos conocíamos de vista, aún así él me escuchó, me acompañó, me compartió su experiencia, me dio la oportunidad de ser su ayudante de cátedra y me recomendó a unos conocidos para que me dieran la oportunidad de enseñar en forma profesional. Estaré toda mi vida agradecida con él.

Sexta lección: Si puedes transmitir tu conocimiento a alguien que lo necesita, hazlo. Doy gracias a Dios de que, en el camino, encontré a alguien que me ayudó sin yo pedirlo. Su presencia marcó una gran diferencia para mí ¿Te gustaría influir de esa forma en la historia de alguien más? Entonces sé generoso con tu conocimiento. Recibirás lo que das, multiplicado. Por otro lado, si eres tú el que necesita recibir asesoría para tomar una decisión importante, no te lances sin primero escuchar al que está en el lugar al que tú quieres llegar. Si no encuentras alguien que se siente contigo entonces ve a buscarlo, un mentor es de inigualable valor en estos procesos.

Tras definir con claridad mis metas profesionales y tomar decisiones al respecto, hoy por hoy me desempeño en lo que siempre quise ser: maestra, y a la par hago otra cosa que me apasiona: participar en proyectos de mejora de procesos. Al final, me sirvió de mucho el trabajo como asistente contable en la consultora ya que los cursos y los contactos que hice allí me abrieron puertas para seguir desarrollando proyectos. Aunque laboro como freelance, y no he logrado colocarme en un puesto «fijo», siento que ya no me hace falta. Soy feliz compartiendo mi tiempo entre mis dos pasiones, siendo en gran medida dueña de mi propio tiempo. Estoy agradecida con Dios porque pude encontrar aquello que realmente me hace sentir que mi trabajo tiene un propósito más allá de cobrar un cheque a fin de mes.

El libro bíblico de Eclesiastés 2:20 dice: «Entonces llegué a la conclusión de que no hay nada mejor que disfrutar de la comida y la bebida, y encontrar satisfacción en el trabajo. Luego me di cuenta de que esos placeres provienen de la mano de Dios» . Contrario a la creencia popular, Dios no instituyó el trabajo como maldición por causa del pecado. El trabajo existía antes de la caída del hombre y es parte de su propósito como criatura. Disfrutar de nuestro trabajo es, pues, no solo una meta humana, sino una encomienda Divina.

Como lo dije al principio de este artículo: siempre tuve en mi corazón hacer algo que ayude a la gente y que me permitiera relacionarme con el mundo de las letras. En mis dos trabajos, en especial en el de maestra, creo que he logrado alcanzar parte de lo primero, sin embargo, no quise tener siempre pendiente lo segundo, así que hace un tiempo tomé un curso de redacción creativa y me dediqué durante dos meses a trabajar sobre mis habilidades de escritura, las que sigo puliendo. De hecho, fue lo que aprendí ese curso lo que me ha motivado a redactar este artículo.

Me he propuesto seguir trabajando hasta que logre perfeccionarme en aquello, inclusive a mediano plazo me gustaría escribir libros, lo digo en plural porque ¿quién dice que debo conformarme con solo uno?. Sé que es una meta ambiciosa, no sé si lo lograré, pero ahora tengo mucho más claro lo que quiero y tengo absolutamente decidido lo que NO. ¿Lo has identificado tú? Si crees que aún no has dado pasos en pro de aquello te animo a empezar ahora. El mejor momento para comenzar fue hace diez años, el segundo mejor es hoy.

Recuerda que: «La vida es demasiado corta para tener el trabajo equivocado». Creo que es el mejor motivo para tomar la decisión de hacer lo que te apasiona.

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autora, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx.

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Bárbara Gallegos Álvarez

Especialista en Procesos y Calidad, auditor en Sistemas de Gestión de Calidad ISO 9001, especialista en Mejora de Procesos, Master en Dirección Logística. https://barbarag1990.art.blog/ Tw  @BarbaraG1990