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La Gripe Española de 1918 (II)

En esta ocasión te platico de una enfermedad que azotó a nuestra hermosa ciudad de Saltillo hace más de un siglo, y que se llevó la vida de mil noventa y dos saltillenses. Me refiero a la Influenza Española.

Varios hechos dolorosos sucedieron, como el caso que le tocó presenciar al oficial de la Policía Florencio Cardona el 12 de octubre de 1918, quien tuvo que notificar a su superiores sobre un difunto por causa de la influenza que se encontraba frente al Mercado Colón, por la calle de Xicoténcatl.

De manera inmediata el personal de Salubridad, encabezado por el Dr. Casillas, se trasladó al lugar de los hechos, donde dieron fe que en el zagúan de una vivienda se encontraba el cadáver de un hombre desconocido, que tenía alrededor de 30 años, que portaba un sombrero negro con toquilla blanca. El pelo del difunto era de color negro, al igual que sus ojos, de bigote escaso, su piel de color morena y de boca chica. De entre sus bolsillos le fue encontrada la cantidad de un peso y 3 centavos. A este cadáver no identificado se le fotografió y de manera inmediata se mandó enterrar, sin investigación alguna, ya que era evidente que la muerte había sido causada por la influenza.

Tres días después, el 15 de octubre a las cinco de la tarde, se apersonó en la comisaría la señora Osabel Alarcón, quien notificó que se habia convertido en la viuda de Ortegón, ya que hace varios días esa enfermedad tan rara, llegada de tan lejos, había cegado la vida de su querido esposo, quien tenía por oficio la carpintería. Pero no era todo, se armó un batiborrillo por la hermienta del carpintero, entre la viuda o supuesta viuda y un cliente, ya que este último no reconocía a la señora Isabel como esposa del fallecido.

Sólo un día después, cuando al reloj le faltaban quince minutos para marcar las siete de la tarde, ante el oficial de Policía que estaba de guardia llegó el niño Juan Leija, quien contaba con tal sólo 12 años de edad y quien vivía en la calle de Castelar número 13, manifestando con lágrimas en sus ojos que su querida madre, quien por nombre en vida llevaba Virginia García, había sido “atacada” por la influenza cuatro días antes y por la mañana había perdido la vida. El jovenzuelo sólo contaba con una hermana, quien se encontraba en el rancho “Los Cerritos”, en aquel entonces muy lejos de Saltillo.

Ya para el 26 de ese mes la ciudad era un caos. La economía se había paralizado, no había rincón de Saltillo donde no hubiera algún enfermo, como lo fue en la  estación del ferrocarril, ubicada en el cruce de lo que hoy es el Blvd. Coss y la calle de Acuña, donde se encontraba la señora Soledad Narváez, quien fue trasladada por la autoridad al hospital, pero desafortunadamente al llegar al nosocomio la señora falleció.

Para el día 27 de octubre, cuando aún no llegábamos al famoso “pico” de esa pandemia, los casos desgarradores seguían abrumando a los saltillenses, como lo fue el vivido por el gendarme número 80, quien llegó a la comisaría con la niña Natividad Juárez -de siete años de edad-  entre sus brazos. Ella, vestida con andrajos, pues era una niña de la calle, quien aseguró ser procedente de San Luis Potosí, afirmando que su madre había perdido la batalla contra la Influenza Española unos días antes. El gendarme, quien se llamaba Joaquín Padilla, saltillense de enorme corazón, solicitó autorización a sus superiores para que la niña se quedara con la esposa del guardián de la seguridad. Los superiores accedieron, no sin antes señalar ciertas condiciones, como el que le dieran buen trato, educación y que en caso de que se presentara alguien para ejercer la patria potestad sobre la niña, aceptaran entregarla.

Y por si fuera poco el día  28 de octubre de 1918 se reportaron 90 muertes por la Influenza Española.

Estas son historias desgarradoras que vivieron muchos saltillenses hace más de 100 años ante una pendemia que abrumó y causó grandes estragos. Por eso es importante recordar que la lucha contra el Covid-19, hoy en el 2020, es tarea de todos, y que haciendo caso a las recomendaciones de las autoridades en 100 años más evitaremos que nuestros casos se presenten en las Cápsulas Saraperas.

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx.

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