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¿El principio del fin?

PRI y PAN bloquean el ascenso de los nuevos cuadros.

En Nuevo León se está presentando en los partidos PRI y PAN un fenómeno que ya habíamos observado en el primero en el ámbito nacional.

Durante el periodo hegemónico del Partido Revolucionario Institucional, PRI, se presentó un fenómeno que desde cierta perspectiva resulta natural, quienes alcanzaron tempranamente los puestos altos en ese partido, en los gobiernos que encabezó y en las Cámaras, se sintieron poseedores de esos puestos y se negaron a soltarlos.

Más aún, muchos de ellos se creyeron que “el pueblo” los quería por ser ellos y sentían que el PRI estaba en deuda con ellos y no al revés. Sucedió que, como lo señala el filósofo Michael Sandel con relación al lado oscuro de la meritocracia: creerse merecedor del éxito que no necesariamente habrían obtenido sin el sistema que rodea a cada individuo. 

En pocas palabras, creyeron que se merecían el éxito y que el resto de los miembros de ese partido y de los ciudadanos en general, no tenían los méritos suficientes para estar en donde se encontraban ellos.

Por supuesto que esta situación generó tensiones entre quienes esperaban ascender por la vía partidista casi única que existía en nuestro país. Sin embargo había una especie de ley que decía que cabía la posibilidad de ascender con el cambio en la presidencia que se presentaba cada 6 años, hasta que esto dejó de suceder y entonces los agraviados comenzaron a irse del PRI a buscar en otros lares.

Así nació el PRD, Partido de la Revolución Democrática, que posteriormente dio origen a Morena, hoy el partido hegemónico en el país.

El PAN por su parte, durante muchos años fue un partido más bien testimonial, que no necesariamente buscaba el poder, sino limitar el poder del PRI, hasta que sus cuadros originales dieron paso a una nueva generación que, esta sí, buscó el poder y ahí sigue, incluso esto se ve más acentuado en los ámbitos locales.

En Nuevo León, el PAN es el primero que intuye que un gobernador emanado de ese instituto político no favorece los intereses de los grupos que realmente detentan el poder hacia su interior porque, al llegar a la gubernatura se asume, y quizá muchos asuman, que es el líder natural.

Hoy vemos como la llamada en algún medio “La Santísima Trinidad”, llamémosla LST aunque parece ahora es solo de dos, detenta férreamente el poder sin que sus líderes den la cara, pero manteniendo a sus asociados en puestos de importancia.

El hecho de que ya algunos de quienes impulsados por LST, estén cambiando de partido, nos indica que se está presentando el fenómeno de que quienes detentan el poder real en el PAN no quieren soltarlo mientras que aquellos que intentan ascender están buscando nuevos caminos para hacerlo.

Por lo que al PRI respecta, no debemos dejar de lado que en el estado un solo grupo político detenta el poder desde hace más de 4 sexenios y no es otro que el grupo originalmente iniciado por el exgobernador Natividad González Parás, a quien sustituyó su pupilo Rodrigo Medina.

Quienes no están bien con los miembros de ese grupo no pueden ascender dentro de la política local, al menos no por la vía del tricolor.

En el ámbito nacional ese bloqueo al ascenso de nuevos cuadros, constituyó el inicio del fin de la hegemonía priista, quizá hoy estemos asistiendo a un fenómeno similar, solo que en nuestro entorno inmediato.

El tiempo nos dirá si esta apreciación es cierta.

jpalacios@mobilnews.mx

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx

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Juan Palacios

JUAN PALACIOS es educador de profesión, periodista por vocación. Editorialista en La Moneda, ABC, El Porvenir y Radio Alegría, en Monterrey.