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Se les acaba el tiempo, chairos

Previo a la visita de López Obrador a la ciudad, toda la semana recibí mentadas de madres, acusaciones falsas por parte de los seguidores del Presidente.

Me tildaron de drogadicto, borracho, chayotero, fifí y fufú… sólo por llamarles chairos.

Este es el claro ejemplo de tolerancia que tanto implora el filósofo de Macuspana.

Aclaro que llevó una amistad cordial con ciertos partidarios del partido de moda, quienes a pesar de la diferencia, compartimos el pan y sal.

Debo aclarar, nunca nos hemos insultado ni mentado la madre como lo hacen ciertos seguidores actualmente.

Espero y esta vez abogar a su sentido común y no llegar a los insultos con quien escribe estas sentidas líneas.

Estos días leí historias desgarradoras llenas de tristeza, sufrimiento y sobre todo que debemos poner atención.

Héctor de Mauleón y Ciro Gómez Leyva describieron claramente lo que pasa en el sistema de salud la falta de medicinas y la limitante que se tiene con la 4T en el País en todos los rubros, pero lo más lamentable es que existen niños de por medio a los que los chairos, como algunos que se reúnen en Casa Tiyahui, dicen que tales niños son usados como escudos y “ganar rating”.

Hace días platicaba con un taxista sobre la visita del Presidente y me mencionó: le doy para un kilo de huevos y se los avienta, por favor.

El mismo taxista comentó que estuvo en el Hospital del Niño, donde había un señor que lloraba porque no tenía para pagar 60 mil pesos que llevaba gastados por tener a su hijo en el nosocomio ante la desaparición del Seguro Popular.

Dígame usted: ¿Qué se va hacer con tales temas?

Recordemos el caso de la mujer migrante que fue rechazada por el INSABI en el Hospital General por no haber doctores, todos ellos corridos por las nuevas formas del «Gobierno del cambio»; el «Gobierno de la esperanza» que está matando niños.

Héctor de Mauleon relata la historia de Ana Lucía, una niña de tres años a la que “el Gobierno de Andrés Manuel abandonó sin sustento”.  

En pocos días, la familia de Ana Lucía tendrá que dejar el País, separarse, dividirse.

La madre (de origen mexicano) se quedará porque puede perder su plaza. Mientras que su padre (de origen suizo) se irá con ella a buscar ayuda de sus familiares: un seguro básico para que la niña sea tratada.

Cuántas Ana Lucía existen en los hospitales del País.

Y recojo otro ejemplo en palabras de Peniley Ramírez, sobre Alejandro, un niño de tan sólo tres años que la mitad de su vida se la ha pasado en el hospital; tiene leucemia, se la detectaron el 12 de diciembre del año 2017.

El hospital en el que se encuentra se quedó sin stock de medicinas.  Su familia tiene que conseguirla en el mercado negro.

Las ampolletas que antes costaban 120 pesos, subieron a 1,800 pesos gracias a MORENA. Las pastillas de 200, subieron a 2 mil.

Hay lista de espera, nos relata la columnista en su espacio.

Alejandro, el padre del pequeño, ha tenido que comprar medicamento a Chiapas, sobre su precio original, ya que la 4T ha manipulado sus estatutos de corrupción.

Estos ejemplos son una pisca de lo que se vive en el País. Es a lo que ha orillado el Presidente y sus cegados seguidores que acusan sin razón y tachan directo en la provocación.

Se les acaba el tiempo y cargan la vida de inocentes.

Quieren que callemos, pero no me dejaré amedrentar y, como librepensador, los espero para discutir con argumentos las soluciones a un problema.

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