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¿Qué está pasando?

Él solo robaba, pero me lo mataron.

«Hoy el mundo ha da’o otra vuelta. Pero nadie me ha avisa’o» cantaba hace algunos años un grupo llamado «Jarabe de Palo» y parece que algo así está pasando, al menos eso me pareció luego de leer una nota del diario argentino «El Clarín», la cual siendo sinceros, pensé cuando la vi por primera vez, que era una noticia falsa, un bulo de internet, pero no.

La nota, creo, muestra dos caras de una moneda, la de aquellos que no están dispuestos a verse despojados ya de sus bienes por los ladrones y la de quienes consideran que sus necesidades justifican el robo.

El titular de la nota es: «Mi hijo sólo salió a robar como todos los días y me lo mataron: la madre de un ladrón muerto pide justicia». El hecho ocurrió en Guatemala.

Un par de jóvenes ladrones, incluyendo al fallecido, subieron a un camión del transporte público para asaltar a los usuarios y uno de estos disparó contra ambos, matando a uno, mientras que el otro huyó y fue capturado por policías que pasaban por el lugar.

Estos hechos, los asaltos, son muy comunes en las notas de la CDMX y su área conurbada, así como cada vez se va volviendo más común el que los usuarios del transporte, hartos de la inseguridad, acaban linchando a los atracadores.

La llamada Ley de Lynch, el linchamiento, era un hecho bastante común antes de que las leyes se enseñorearan en Estados Unidos, en México no tenía ese nombre pero también se utilizaba, la película «Canoa» muestra lo que fue un caso extremo de un linchamiento de unos jóvenes estudiantes debido a la sospecha de ser «comunistas».

Parece que estamos volviendo a aquella época, una en la cual el pueblo se tomaba la justicia en sus manos, en que el Estado, así con mayúsculas, no tenía la capacidad para ejercer el monopolio de la violencia.

No es, por cierto, una situación generalizada en el país, pero su exposición en los medios de comunicación sí está siendo mayor, dando la impresión de que el mundo está dando una vuelta en ese sentido.

¿Por qué los ciudadanos están tomando en sus manos la justicia y, pese a todo, no sienten la necesidad de denunciar ante las autoridades correspondientes los hechos?

Por otra parte ¿cómo es posible que una madre diga que su hijo no hacía mal a nadie, «solo robaba»? ¿En qué momento robar dejó de ser un daño para los demás?

No son preguntas que tengan respuestas sencillas, puestos a suponer, quizá quienes deciden enfrentar a sus asaltantes se sienten desprotegidos por los cuerpos policiales o simplemente por el Estado en sí.

Siguiendo en el terreno de las suposiciones, quizá el mensaje que muchos están recibiendo ante el avance de las organizaciones criminales es que no les queda más que defenderse por sus propios medios.

Quizá, supongo, hay quienes ya consideran que estamos ante una situación de «sálvese el que pueda» y prefieren arriesgarse a sufrir mayores consecuencias que a vivir con el miedo a los asaltantes.

Por otra parte, con respecto a la madre del asaltante muerto, ¿de verdad piensa la señora que asaltar no implica hacer daño a nadie, que solo es una forma mediante la cual el joven buscaba la supervivencia de su familia, como lo hace el obrero que aborda todos los días en el transporte público para ir a su trabajo?

Porque puestos en esa lógica, cualquiera puede despojar a otro de sus bienes, con el pretexto de que tiene necesidades.

La verdad, creo que sí, el mundo dio otra vuelta y no nos avisaron.

Aunque como decía Enrique Santos Discépolo » No pienses más, sentate a un la’o/ Que a nadie importa si naciste honra’o/ Da lo mismo al que labura/ Noche y día como un buey/ Que el que vive de las minas/ Que el que roba, que el que cura/ O está fuera de la ley».

Como diría el hoy tan en boga Eugenio Derbez: ¡Que alguien me explique!

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a al visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx

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Juan Palacios

JUAN PALACIOS es educador de profesión, periodista por vocación. Editorialista en La Moneda, ABC, El Porvenir y Radio Alegría, en Monterrey.