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Orizaba y los olores a cerveza

En el año de 1975 llegamos una de las ciudades más bonitas que había conocido a mi corta edad. La cuadrilla de ferrocarrileros fue estacionada en los patios del ferrocarril en Orizaba, Veracruz, lugar donde empecé a cursar en quinto año de primaria en la escuela “Héroe de Nacozari”, que se llama así en honor al maquinista ferrocarrilero Jesús García Corona, quien es célebre por su hazaña para salvar de una desgracia a su pueblo, precisamente llamado Nacozari, en el estado mexicano de Sonora.

Orizaba es una de las principales ciudades del Estado de Veracruz y está situada en el centro de la entidad. Desde que llegamos quedé maravillado, una ciudad limpia, bonita, de amplia avenida principal, con una Estación del Ferrocarril de estilo francés atravesada por un río de frías aguas provenientes del Pico de Orizaba, rodeado de montañas y con una hermosa alameda que lleva por nombre Francisco Gabilondo Soler (Cri Cri el grillito cantor) en honor a ese gran personaje que se dedicó al entretenimiento infantil a que muchos recordamos con gran nostalgia y a la que nos llevaban a pasear muy seguido.

Cerca de los patios del ferrocarril estaba y sigue estando una gran construcción, la Cervecería Moctezuma (ahora Heineken), donde los procesos de elaboración de cerveza despedían un olor que invadía gran parte de la población. Aún tengo vívido ese recuerdo, sin embargo no todo era perfecto. Frente a donde vivíamos estaba el parque de beisbol donde se escenificaban buenos partidos y al mismo tiempo era guarida de personas que pasaban su tiempo intoxicándose con resistol 5000. Mi madre se refería a ellos como “mariguanos”.

Me inscribieron en la escuela a la cual yo iba con gusto y donde tuve excelentes maestros, al final de ese ciclo escolar yo me esforcé mucho por ser parte de la Escolta, tenía buenas calificaciones y era disciplinado con las prácticas diarias… y lo logré. Sin embargo, no pude desfilar en el primer desfile del sexto año porque ya nos habían avisado que nos íbamos a Parían, en el Estado de Oaxaca. Mi suplente desfiló.

Hace unos días volví a esa bella ciudad, también catalogada como “Pueblo Mágico”. Visité la escuela donde muchas veces jugué y no pude evitar los recuerdos de cuando mi madre me llevaba el lonche a la hora del recreo. La Alameda, donde me di un buen sentón cuando me subí a una resbaladilla; esta bella ciudad ahora cuenta con un moderno Teleférico que va del Centro de la Ciudad a la cima del Cerro del Borrero, y a lo largo del río existe un paseo peatonal en el que está montado un zoológico con una buena variedad de especímenes.

También recordé la panadería a donde todas las tardes iba por unos pequeños bolillos que eran y quizá sigan siendo una delicia.

Dice el dicho que recordar es volver a vivir, pero sin duda que visitar los pueblos y ciudades donde pasé mi infancia es una experiencia que no me canso de repetir.

Nos leemos la próxima.

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx.

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Juan Carlos Guzmán

Nacido en Mapimí, Durango, se desempeña en áreas administrativas privadas y públicas. Sus pasiones: La familia, viajar, caminar en el campo y correr.

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