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LA OBRA DE ‘LA PONZOÑA’

Se llamaba Alfonso, pero nosotros le decíamos “La Ponzoña”.

La misión del Profe Poncho era entrenar al equipo de fútbol de la Prepa. Y lidiar con un grupo de inadaptados cabrones de barrio nunca ha sido fácil.

Pero el Profe imponía su disciplina en los entrenamientos:

Estiramientos, vueltas alrededor de la cancha hasta que los chavos ya no tuvieran aliento, más vueltas a la cancha y, al final, ejercicios con balón.

Para acabarla de amolar, dentro de la disciplina del Profe, si no ibas a entrenar, no jugabas. Y eso era un golpe muy duro para la mayoría de los integrantes del equipo, estrellitas de barrio, que esperaban con ansías el fin de semana para mostrar sus dotes futboleras.

Y quitarle el balón a unos tipos que precisamente se creen los dueños del balón es lo peor que les puedes hacer, de ahí que lo bautizamos con el mote de “La Ponzoña”.

Por estos días recordé al Profe al leer un resumen de la biografía de Giorgio Chiellini, ex jugador de la Juventus, donde habla del chileno Arturo Vidal, que fue su compañero.

Pues de borracho no lo baja, dice que llegaba tarde o crudo a los entrenamientos y a veces que de plano no iba, en una palabra, le faltaba disciplina.

Sin embargo, Chiellini reconoce que Vidal era el que más corría a la hora de los juegos y que cuando sí iba a entrenar, se mataba por el equipo.

También recordé al Profe al ver un capítulo de la serie “Last Dance”, de Michael Jordan, cuando abordan el tema de Dennis Rodman.

Chuck Daly, que fue el entrenador de Rodman en Los Pistones de Detriot, lanza una frase fulminante sobre su pupilo: “No puedes domar a un caballo salvaje”.

Ésa era la tarea del Profe Poncho: domar a un grupo de 22 caballos salvajes.

Y lo quería hacer a su manera, con disciplina férrea, entrenando duro y haciendo valer su mandato como DT.

Quién iba a decir que el tiempo le iba a dar la razón: de su grupo de futbolistas, la mayoría se graduó como licenciados, contadores, ingenieros y economistas.

Hay que decir que algunos, los menos, se tiraron al alcohol. Mientras que otros se fueron al Gabacho en busca del sueño americano.

Pero los que se graduaron, lo hicieron con base a una cosa que a lo mejor en su momento odiaron, pero que tuvieron que emplear para lograr sus metas: disciplina.

Lástima que la mierda que le tirábamos a sus espaldas, ahora –porque falleció— no podamos darle el vuelco para llenarlo de elogios de frente: que hay que ser disciplinados en la cancha, pero más fuera de ella.

Y sí. Fuimos muy culeros con “La Ponzoña”.

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