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La cancelación a Constellation Brands en Mexicali

¿Por qué es tan grave la cancelación de la planta de Constellation Brands en Mexicali?

La reputación es un valor fundamental en los negocios que tarda años en ganarse, pero bastan algunas decisiones erradas para fraguarse una mala imagen que después resulta complicado recuperar. La mala reputación hunde negocios, porque el resto de las empresas evitan negociaciones con aquellas compañías que tienen fama de no cumplir sus compromisos.

Algo similar pero a escala mayor ocurre con los países, a través de la garantías que cada Estado ofrece a la inversión privada. Por ejemplo, un inversionista quiere estar seguro que si su negocio prospera, al paso de los años el Gobierno no llegará y expropiará su fabrica. Por tanto, si el capital tiene dudas siempre preferirá llevar sus inversiones a aquellos lugares que ofrezcan mayores garantías.

Daron Acemoglu, del MIT, y James Robinson, de Harvard, tienen un gran libro que habla al respecto, se llama «¿Por qué fracasan los países?», y uno de los grandes factores que ellos destacan en la respuesta a la interrogante que plantea el título del libro es precisamente porque muchos países no han logrado generar instituciones que garanticen los derechos de propiedad, y ello ahuyenta la inversión tanto interna como externa.

Por ende, el resultado de la consulta para la continuar con las obras de la planta de Constellation Brands no sólo a afecta a esta empresa, no se limita a las pérdidas de más de 700 millones de dólares ya erogados y una cantidad similar que se iba a ejercer en los siguientes años, tampoco en la desaparición de 800 empleos directos o en la derrama económica que se iba a dar en Mexicali.

La pérdida para México será significativamente mayor porque no es la primera vez en el último año y medio que damos señales equivocadas al exterior. Cuando se canceló el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México se dieron por terminados contratos con cientos de empresas extranjeras y se quedó mal con ellas, aún cuando se haya llegado a un arreglo. Algo similar pasó con el intento de cancelación de los contratos de gasoductos con empresas canadienses, en los que el Gobierno Federal dio marcha atrás, pero no evitó dar una señal errónea.

La señal que estamos mandando al exterior es que si tú apuestas por México e inviertes, no hay garantías de que tú proyecto no será bloqueado o cancelado al paso de los años por disposición del gobernante en turno o por iniciativa de ciudadanos descontentos, aún cuando ya se hayan erogado millones de dólares en las obras. Es en palabras simples, una invitación a voltear a ver a otros países que ofrezcan mayor confianza.

Además, esta señal se da en el peor momento posible, cuando necesitamos con urgencia la captación de inversiones porque el COVID 19 hará que la economía global se contraiga y se pierdan miles de empleos en nuestro país. Cuando las proyecciones de crecimiento son negativas y se reduzcan de forma considerable de las grandes fuentes de ingreso, como el petróleo por la caída global de los precios, el turismo por la baja en desplazamientos provocada por el coronavirus y las remesas por la caída en los ingresos en los Estados Unidos.

De nuevo, por tal motivo el daño no es para una empresa, para Mexicali o para Baja California, el daño es a la reputación del País y muchas empresas que consideraban invertir lo dejarán de hacer y otros países habrán de capitalizar nuestros errores.

Ello sin contar la baja participación en la consulta, el evidente acarreo que pone en peligro a personas en plena crisis de COVID-19, lo absurdo de poner a votación la instalación de una empresa ya autorizada y que tiene más del 45 por ciento de avance en su construcción.

Así como en el inacabado AICM en Texcoco, parece que en Mexicali quedará una enorme mole de hormigón para recordarnos a nosotros mismos que en ocasiones somos responsables de frenar nuestro propio desarrollo.

@victorsanval

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx.

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