Atentos lectores como usted hoy, el cual hace favor de leer estas letras, me han pedido que continúe con esta saga de columnas, textos los cuales escudriñan a Dios desde mi muy particular punto de vista y enfoque. Un enfoque y letras tan terrenas, humanas y rebeldes como lo soy yo. Lo que siento, palpo y lo que bulle en mi interior.
Usted es el que manda. Y yo trato de prepararme todo los días con nuevas lecturas e ideas que bullen en mi cabezota. Y le repito, trato de encontrar a Dios con mi intelecto y razón y poco o nada con mi corazón. Los sentimientos estorban, para todo. Lo sentimientos estorban y demasiado en dos aspectos muy difíciles y dramáticos, en el amor y en Dios. En hablar, comulgar y sentir a Dios.
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Siempre hay nuevos materiales por delante para otear y escudriñar. Mucho por analizar, mucho por despejar, mucho por leer, mucho por explorar. Por eso aquí usted y yo los sábados tenemos esta cita infaltable para ocuparnos de cosas trascendentales como lo es el hablar de Dios. Y aquí va mi tirada de naipes de hoy: en uno de mis constantes viajes (mi vida transcurre la mayor parte del tiempo en autobuses de poca monta), de hecho no recuerdo dónde lo adquirí, compré un libro perturbador: “La historia más bella de Dios”, tres entrevistas a tres sabios especialistas en Biblia, judaísmo y cristianismo. Los tres sabios son Jean Bottéro, Marc-alain Ouakmin y Joseph Moingt. El primero, experto en asiriología y culturas del oriente. El segundo, rabino; el tercero, jesuita y católico.
Y una vez más cumple mi tirada de naipes cuando afirmo una y otra vez en esta columna que Dios jamás habla, jamás. Por eso a mis hermanos cristianos pocos creen, salvo la gente extraviada, un tanto ignorante y dolida en el alma que necesita y le urge un “Dios que le hable”. Lea usted: una pregunta que les hicieron a los tres sabios: un día, hace 3 mil 300 años en el Monte Sinaí, la idea de un Dios único apareció, fue a Moisés…
Entonces: ¿Por qué y cómo el Dios único se reveló a Moisés?, ¿por qué allí y sólo allí? Caray, señor lector, reflexión punzante y preguntas para joder al más ducho y cuerdo. Dios solo se ha manifestado y “hablado” en aquella ocasión. Hace un buen tiempo (de a madre tiempo atrás, vaya), en honor a la verdad. Y aquí estamos, aún hoy, hablando de él. De las tres opiniones de los especialistas, la que más me ha llenado el ojo de la inteligencia, la reflexión y la curiosidad, ha sido la del rabino, la de Marc-alain Ouakmin, la cual aborda la Biblia (La Torah) , desde el punto de vista del conocimiento del Talmud y la Cábala. Y en esto y en últimas fechas, me estoy especializando con ayuda y enseñanzas de hermanos judíos en Monterrey.
Para ellos, hay un apego “casi fetichista, pero no idolátrico” al texto, explica el autor arriba deletreado. Los cabalistas hablan (me hablan) que el mundo mismo fue creado con letras. Las letras son un poder divino, son una parte de Dios que se encarnó, que se contrajo en ellas. El rabino dice, las letras “son Dios”. Y de hecho, los cabalistas afirman que La Torah desde la primera hasta la última letra, es sólo “un gran nombre de Dios”. ¿Cuál es el nombre de Dios en estas infinitas posibilidades de “ars combinatoria”?
ESQUINA-BAJAN
Pues ese y no otro es el punto: quien descifre el nombre de Dios (el Innombrable), tal vez llegue a ser como él. Por esto y para hacer accesible su “nombre”, el tetragrama YHWH, lo hemos hecho inteligible al decirle Iahvé-jehová. El nombre de Dios me dicen, sólo se puede contemplar, no se puede “nombrar”.
Bien decía entonces el socarrón argentino de Jorge Luis Borges que la esfinge ciega afirmaba que la teología era la única ciencia exacta… junto con las matemáticas. Y los hermanos judíos que manejan el Talmud y la Cábala con los cuales ahora estudio y de lo cual leo harto, tienen un profundo conocimiento y enseñanza sobre La Torah a través de las matemáticas, de la llamada gematria.
Y rueda rodando al igual que el anterior libro, hace poco di en una librería de segunda mano en Monterrey, con “Yeshua: el nombre de Jesús revelado en el Antiguo Testamento.” De Yacov Rambsel para “Whitaker House.” La tesis y el libro giran en torno a un punto polémico, como el anterior: según el autor y en base a la gematria (el asignarle un valor numérico a letras del alfabeto hebrero el cual se lee de derecha a izquierda) y al hacer cálculos matemáticos de frasees, versos, parágrafos, éste ha “descubierto” el anuncio secreto o entre sombras, de que Jesucristo sí es el enviado de Dios y debe de reconocérsele como tal por los hermanos judíos, porque aparece el anuncio decenas de veces cifrado en los libros del Antiguo Testamento.
El libro es inquietante, pero no deja de ser una exploración seria sí, pero digamos, aleatoria, tratando de probar lo que se quiere ver como una razón irrefutable. El libro está redactado con la transcripción de los símbolos y signos hebreros de los cuales no sé absolutamente nada. Luego aparece la traducción al español (texto original redactado en inglés, por supuesto) y la contabilidad numérica respectiva para probar sus dichos. Complicada la cosa.
LETRAS MINÚSCULAS
Lo que si se agradece y mucho, es que los versos traducidos están muy bien redactados, con un lenguaje lírico, audaz y poderoso.
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JESÚS CEDILLO
Periodista, escritor y poeta, con más de 40 años en la legua cultural y explorando el mundo.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx
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