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Entre la polarización: ¿es posible la decencia? (1)

En Sudamérica existe un país borboteante de violencia y sangre con 51 millones de habitantes. 

Su historia contemporánea no miente: de 1946 a 1957 la violencia fue bipartidista, entre liberales y conservadores, causó 200 mil muertos. 

De 1958 a 2012 el conflicto varió: en una primera etapa (1958-1965) la violencia ocurrió entre grupos guerrilleros de corte marxista y el Estado.

En una segunda etapa (1965- 2015) el conflicto se extendió entre esos mismos grupos guerrilleros, fuerzas paramilitares y cárteles de drogas.

¿Cuál es el saldo de la violencia de 1958 a 2015? Murieron 40 mil 787 combatientes y 177 mil 307 civiles. 

Desaparecieron 25 mil personas. Fueron secuestrados 39 mil con una tasa de impunidad del 92 por ciento. De esta última cifra el 38.4 por iento fue responsabilidad de los paramilitares, el 16.8 por ciento de la guerrilla y el 10.1 por ciento del ejército y las policías.

De 1985 a 2015, 9 millones 700 mil personas fueron desplazados al interior del País de manera forzada. En su mayoría: mujeres, niños y ancianos.

Desde 1989 el aparato militar del País recibió asistencia de los Estados Unidos para combatir el tráfico de drogas, por ser un tema prioritario de seguridad nacional para el gobierno estadounidense. 

En 2000, por ejemplo, el presidente Bill Clinton -con el apoyo del Pentágono- impulsó un Plan -con 869 millones de dólares- para combatir el narcotráfico.

De 2000 a 2015, el Estado logró administrar la violencia de su país: las fuerzas guerrilleras fueron acotadas a regiones específicas; las fuerzas paramilitares desmovilizadas y los carteles pulverizados en bandas con influencia regional.

¿Cómo retejer los brazos y las piernas de un país desmembrado? ¿Cómo poner su cabeza en su lugar si está decapitado? ¿Cómo acomodar sus visceras expuestas en su lugar correcto?

Continuará

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx.

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