En , de:

El Guapo y El Rudo

Nicolás “Nico” Gabriel Sánchez es defensa central argentino del Monterrey, es fuerte, goleador y… ¡guapo!

Aunque “Nico” ha sido campeón de Concacaf, campeón del futbol mexicano y lleva más de 30 goles anotados con Rayados, a primera instancia parece más un actor de telenovela que un zaguero.

Barba bien alineada, corte de cabello a la última moda… una chulada de “pelao”.

Más que listo para saltar a la cancha, pareciera que Nico está a la espera de que director de cámaras le diga: ¡Cámara, acción!

¡Qué diferencia con los defensas centrales de otros tiempos!

Comparados con los de otras épocas, los actuales hasta parecen vendedores de Atalaya.

Si nomás de recordar a “Coreano” Rivera, “Cuchillo” Herrera o al “Pierna Fuerte” Sánchez Galindo a varios ex jugadores seguramente les tiemblan las piernitas.

Tan cabrones eran que los delanteros a veces optaban hasta por hacerse los lesionados para no tener que enfrentarlos.

Mención aparte merece Miguel Ángel Cornero, recio defensa que llegó para jugar con el América y triunfó también en el Cruz Azul.

Era alto y fuerte, iba bien por arriba, sabía salir jugando, pero nunca se tentaba el corazón si había que parar la jugada por la fuerza.

Fiel al librito con el que se jugaba en sus tiempos, los setenta y los ochenta, o pasaba la pelota, o pasaba el delantero, pero nunca los dos juntos.

¡Qué VAR ni que la chingada!

Va una anécdota que lo dibuja de pies a cabeza.

Allá por los 70 Cornero llegó de Argentina al futbol mexicano para jugar con el América, pero estaba batallando para adaptarse a la liga mexicana y no lograba alcanzar su mejor nivel.

Y el entrenador lo traía entre ceja y ceja con tan mala suerte para Cornero que el técnico se la sentenció: “Mire, señor, el domingo jugamos contra el Toluca, si mete gol Ítalo Estupiñán, usted se va del América”.

Obviamente, que la sentencia alertó al central americanista, pero el argentino no era de ésas personas que se rajaban a la primera.

Y el reto de frenar a Estupiñán no era menor, ya que el morenazo era un delantero fuerte y rápido.

Inconfundible con su melena afro de los setenta, el ecuatoriano, más allá de andar a la moda, también sabía hacer goles y, otra cosa a su favor, el juego duro de los centrales de la época no le incomodaba para nada. Si ellos metían la pierna, él también sabía qué hacer con sus piernas y hasta con sus codos. ¡Ufff! ¡Todo un estuche de monerías el de Toluca!

Se llegó el domingo y todos en el América estaban al pendiente de la estrategia que usaría Cornero para frenar a su rival.

Por ello a nadie le llamó la atención la actitud taciturna que mostró el argentino, que no entró al vestidor y decidió esperar la llegada del autobús del Toluca al estadio.

“Quiere conocer de cerca a su adversario”, comentaban sus compañeros.

“¡Qué chingón es este cabrón! Quiere hacer sentir su presencia desde que el moreno ponga un pie en el Azteca”, decían otros.

…Y que llega el autobús de los “Diablos” del Toluca.

Empezaron a bajar los jugadores uno a uno.

Cuando le tocó el turno a Estupiñán, Cornero se le dejó venir.

Ingenuamente, los rivales pensaron que se había acercado a saludar. Pero lo que haría el argentino lo recordarían toda su vida.

Cuando Cornero tuvo a Ítalo de frente, lo sorprendió con un codazo, luego otro, otro y otro, hasta que casi lo dejó desmayado.

Obviamente que, bajo esas condiciones, Estupiñán ya no pudo alinear en el juego.

Con muy poco tiempo en el país, Cornero actuó bajo el régimen bien mexicano de “muerto el perro, se acabó la rabia”.

Al no jugar el ecuatoriano, él pudo conservar su chamba en el América.

Así fue. El recio defensa argentino tuvo una larga y fructífera carrera en México donde fue campeón.

Desgraciadamente padeció una enfermedad degenerativa que lo hizo acabar en silla de ruedas y morir a los 47 años.

Poco antes de que falleciera, allá por 1999, me tocó ver un reportaje periodístico que le hicieron.

Vale decir que quedé conmovido al ver a aquel hombre, otrora Dios Griego de las canchas, mandón de la defensa central, el también apodado “El Confesor del Área”, bien amolado en silla de ruedas. ¡Una pena!

Y, sí, era muy rudo, pero también es considerado uno de los mejores defensas de todos los tiempos en México.

Si “Nico” Sánchez es bonito, Cornero era más cabrón que bonito.

Comentarios