Tengo 60 años de edad y, si he de confesarlo, me han herido hartas mujeres. Pero eso no es óbice para seguirlas amando y respetando. Me gustan las mujeres y el vino.
En el invierno de mi vida –lo he escrito antes– me gustaría volver a casarme. Tercera vez y tropezando con la misma y enorme roca. ¿Estoy viejo para enamorarme y casarme de nuevo? Ja, ¡paparruchas! ¿A quién le interesa? A mí, en lo más mínimo. Lo dijo mi amado Oscar Wilde: “La mejor manera de liberarse de una tentación… es caer en ella”.
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¿Lo nota? El anterior y torpe liminar traté de escribirlo en frases ceñidas, cerradas; en eso que llamamos aforismos. Citas citables. Viene a cuento por lo siguiente: tendemos a descontextualizar frases célebres, líneas de oro, perlas, pepitas como diamantes, citadas por políticos, dramaturgos, poetas, músicos o pintores; pero dichas frases forman parte de un enorme corpus, una enorme obra (así sea parca, no hay contradicción de por medio) de la cual no pocas veces, poco o nada, abrevamos de semejante océano.
No pocas veces nos quedamos con una flor, una perla bella y única, pero nos perdemos del bosque completo y la espesura de su belleza y hondura. Por hoy vamos a apoyar nuestra inteligencia lisiada –mi inteligencia, pues– en un autor, el cual acepta múltiples lecturas e interpretaciones: Charles Baudelaire (1821-1867). De vida meteórica, mojó su tinta en todos los arrabales, en todas las pocilgas, en todas las copas y en todos los placeres. Su vida fue tan intensa como lo fue su obra. Era un genio.
Ahora, hoy, justo ahora en que me ocupo con pasión y delirio en explorar la vejez en general y mi vejez en particular, tejiendo lo anterior con retazos de mi vida, lecturas, música, anécdotas, historia, erotismo y, claro, con eso llamado ficción, los hados de las letras y de los libros me acercan fragmentos, aforismos, poemas, cuentos, ensayos o, de plano, libros enteros donde dicho tema se manifiesta de manera brutal y clara: la vejez, el erotismo y la literatura.
Es el caso de un largo poema de Baudelaire, el cual titula precisamente “Las Viejecitas”. Son nueve cuartetos de alta maravilla. Y le hablaba de las citas descontextualizas precisamente por ello, imposible transcribirle aquí todo el poema. ¿Qué son estas mujeres que arrastran su lánguida sombra como un enorme fardo? “Estos monstruos han sido mujeres algún día. ¡Eponina o Laís!, monstruos rotos, torcido, Jorobados, ¡amémoslas! Son almas todavía. Bajo rotas enaguas, bajo pobres tejidos”.
Antes de finiquitar el texto, Baudelaire nos da la respuesta a una pregunta antigua: ¿Qué son los viejos? Ataúdes de paso lento a los cuales un obrero, por capricho y en su carpintería, les da “forma de un cajón”.
Imitando estúpidamente a Oscar Wilde, no resisto caer en la tentación y sí caigo en ella. A diferencia de don Julio Torri, las sirenas sí han cantado para mí esta vez. Paso a la esquina del restaurante regiomontano por Jazmín. La espero a la hora señalada. Aparece linda, guapa y reluciente. ¿Hay mácula a sus insultantes 23 años?
ESQUINA-BAJAN
Trae su caballera blonda recogida. Como siempre, una minifalda de infarto y sus tacones largos, los cuales estilizan aún más sus piernas bien torneadas. Me da su clásico beso en mi mejilla, lo más tronado que puede. Lo deja marcado y luego lo limpia con su mano. “¿Vamos al Ancira, flaco? No te emociones, eh, maestro. Vamos al restaurante como siempre, no al hotel. ¿O ya pensabas meterme a una habitación a ‘platicar’? ¿O las dos cosas? En el camino decídelo, Jesús, te estás tardando mucho…”.
“Jazmín, oye güerita, es que la verdad estoy muy grande para ti, bien podría ser tu papá o…”. “Ja, ja… Si serás pendejo, maestro. ¡Ay! Con ustedes los intelectuales, no saben nada del mundo. No vuelvas a decir eso. No me gusta. Yo te he escogido a ti, no tú a mí, ¿queda claro? En cuanto a lo de mi papá, pues es mucho más joven que tú… ¿alguna otra objeción? Anda, dime que ya voy a ser tuya hoy…”.
Acabo de leer un libro de cuentos harto perturbador, se llama “Los Cuentos de Alfaguara”. Es una edición fuera de comercio la cual se editó para celebrar en su momento los primeros 30 años de la editorial, publicando eso precisamente, cuentos. Los textos seleccionados son de Mario Benedetti, Alfredo Bryce Echenique, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti y Julio Ramón Ribeyro; puros ases Latinoamericanos.
Insisto, los hados y letras de los libros me están acercando textos con esta preocupación y otras de las cuales aquí he registrado: la vejez, el erotismo, el fracaso inevitable, ir al retrete; la comida, la bebida, el clima como factor principal en el engarzado y carácter de un texto y sus personajes; la música, en fin, todo lo cual bulle en la condición de un ser humano.
Todos los textos son buenos y matones. Pero no deja de ser inquietante que varios personajes, como uno de Juan Carlos Onetti, sea un viejo llamado Bob… de 30 años. Atado a su esposa, a quien llama “mi-señora”, el cual deambula diario, hundido en su silla de café junto a sus malolientes contertulios… brutal cuento sobre la vejez, las parejas, el “amor” y la abulia.
LETRAS MINÚSCULAS
Melosa y ya briagos, Jazmín me dice al oído: “Enséñame cosas ricas, Jesús. Hazme cosas ricas hoy…”. Esta historia continuará el próximo jueves.

JESÚS CEDILLO
Periodista, escritor y poeta, con más de 40 años en la legua cultural y explorando el mundo.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx
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