Yo me debo a usted, señor lector. Los pocos o muchos aciertos de mis letras son porque ustedes los hacen suyos. ¿Los yerros? Son sólo míos. Así de simple y sencillo. El éxito de esta saga de textos, arracimados bajo el título “Block de Notas”, es debido a sus comentarios y temas, los cuales ustedes me regalan cuando me saludan y me ven deambular en el ambiente urbano.
En el texto pasado hablamos de las “extrañas” maneras de morir en la Región Sureste de Coahuila. Y vaya, en todo Coahuila. Es por decirlo o definirlo de alguna manera. Sujetarlo en un corsé para asirlo. Extrañas y recurrentes maneras de morir en Coahuila. Decía y alertaba: muertes tan constantes y recurrentes que obligan a una investigación dilatada.
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El tema inmediatamente lo hizo suyo. No es azar lo siguiente, es destino. Pero hay algo más de fondo atrás de las siguientes maneras de morir aquí: si usted se convierte en un bellaco motoneto, lo más probable es que –más temprano a tarde– muera.
Si usted se suicida, ya nadie hace caso de ello, ni se escandaliza ni se convierte en tendencia en Internet; lo más probable es que las redes se “conmueven” más por la muerte de un pinche perro atropellado. Si usted entra o tiene un familiar con alguna adicción (internet es una adicción, pues) y entra a un “Anexo”, lo más probable es que se muera en poco tiempo. Y jamás se va a “curar”. Así de sencillo y complicado.
Y la constante de espanto, la cual ha llamado la atención de todo mundo y de la cual le platiqué rápidamente aquí en el texto anterior: las muertes (cotidianas, diarias, sordas, milimétricas) por “infarto” u otras “afecciones” de seres humanos de cualquier edad, las cuales suceden en plena vía pública, vaya, ni siquiera llegan al Oxxo más cercano a comprar un café deslavado. ¡Puf! De espanto y terror. ¿Qué está pasando?
En este último caso le repito mi tirada de naipes: ¿Qué denominador común hay en tanta muerte de impacto y fulminante? ¿El agua, el aire, el pavimento? Hay un vaso comunicante: las vacunas de agua de horchata y los “refuerzos” que los humanos se aplicaron por la maldita pandemia del bacilo chino.
Son las vacunas de agua de radiador, como las bautizó el deslenguado y ácido periodista Luis Carlos Plata. ¿Estoy equivocado, estoy en lo correcto? Yo no tengo dudas, es eso.
Nota 1: Todo, todo está en los diarios sabiéndolos leer. El universo todo se puede cuadrar como un puzle si usted lee la prensa cotidianamente. No hay margen de error.
La pasada edición del 27 de octubre del vespertino de esta casa editorial, “El Guardián”, en su portada (felicidades a sus editores y a los avispados reporteros como don Juan Francisco Valdés, Martín Rojas, Ulises Martínez; doña Sarah Estrada, Brissey Patiño… en fin, todo ese equipo de periodistas mejor a su servidor) condensó todas las ideas de su servidor antes redactadas.
Nota 2: Es decir y en lenguaje cristiano, para desgracia mía, mis ideas tuvieron una realidad asfixiante. Se convirtieron en hechos rotundos y palpables. Lea usted las “cabezas y balazos” de las notas informativas de ese día: “Muere en plena iglesia. Jovencita falleció al interior de un templo en el municipio de Arteaga”. “Quiso matarse en Monterrey”. “Fuerte riña deja a vato entre la vida y la muerte”: “Pierde la vida al chocar en camellón. Su último viaje en moto”. Caray, caray, el mundo real.
ESQUINA-BAJAN
Nota 3: Pero creo ya lo notó, son precisamente los temas los cuales usted y yo hemos tocado una y otra vez en esta ya larga saga de textos. Ese día, de acuerdo con la edición de “El Guardián”, el joven bellaco motoneto de apenas 24 años, Nelson, murió por los golpes recibidos luego de su percance vehicular.
En Arteaga, Coahuila, la jovencita María Paola “N”, de apenas 20 años de edad, murió mientras dormía en un templo católico. Y un coahuilense quiso matarse en Monterrey al amagar tirarse de un puente regio. ¡Puf!
Nota 4: Por esos días le mandé un mensaje corto de texto desde mi celular desvencijado al notario y director de Jurisprudencia, Alfonso Yáñez Arreola, para comentarle lo anterior. Me preguntó si su servidor era consecuente con sus ideas, es decir, me cuestionó si me había vacunado. Y si usted me ha leído, señor lector, lo sabe: absolutamente no. El bicho chino no tiene nada que ver conmigo. Y no tengo tratos con el maldito bacilo.
Nota 5: ¿Me voy a vacunar? Jamás. Fin.
Nota 6: Todo está en las páginas de la prensa sabiéndola leer y analizar. Exploremos al azar: “Se ensartó con ruta” (28 de octubre). “Huye motociclista y deja herido a compa” (28 de octubre). “¡Asfixia la calaca a mujer en el centro! Tiene extraño deceso mujer de 31 años” (29 de octubre). “Acelera a la muerte en moto” (29 de octubre). “Se mata a medio camino. Motociclista derrapó en la carretera Carbonera y pierde su vida” (29 de octubre)… en fin. Lo anterior es diario, cotidiano; en un ritmo sordo, demoniaco, imparable.
Nota 7: Gran final: creo ya lo vio, como en aquella vieja tonada del juglar mexicano, José Alfredo Jiménez, aquí en México la vida no vale nada. Seamos francos, las anteriores y retorcidas maneras de morir, de tan recurrentes, a nadie importan. Nadie investiga, nadie se preocupa.
LETRAS MINÚSCULAS
¿Deberíamos como sociedad estar preocupados por lo anterior? Deberíamos estar aterrados…

JESÚS CEDILLO
Periodista, escritor y poeta, con más de 40 años en la legua cultural y explorando el mundo.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx
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