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¿Vale la pena insistir tanto por la ruta SLW–CDMX?

Otra vez nos prometen que el cielo local va a despegar, que el aeropuerto de la ciudad (en este caso el Aeropuerto Internacional Plan de Guadalupe, en Ramos Arizpe-Saltillo) va a convertirse “por fin” en la gran puerta aérea del sureste de Coahuila. Pero, ¿cuántas veces hemos visto ese anuncio sin que el vuelo se quede?

El viernes 31 de octubre de 2025 marcó un nuevo capítulo: la Viva Aerobus inauguró la ruta directa entre la Ciudad de México (via el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles-AIFA) y Saltillo. El aparato llegó con 140 pasajeros en la primera fase, promete servicio diario a partir de diciembre, horas de salida ya definidas y la promesa de mayor conectividad.

Genial, dicen. Pero permitamos un poco de sal en la herida:

  • Este aeropuerto ha visto rutas que entraron y luego se fueron.
  • A unos 90 km al sur-oeste está el Aeropuerto Internacional de Monterrey (MTY), que tiene muchas rutas, gran infraestructura y servicios consolidados. Desde Saltillo, el traslado por carretera a MTY es una vía común.
  • Los costos de mantenimiento de operar una ruta aérea no son menores. No es solo despegar: es mantener frecuencias, llenar los asientos, asumir los subsidios si los hay, resistir temporadas bajas.

Entonces, la pregunta que me hago —y que deberíamos hacernos todos— es: ¿vale la pena insistir tanto por esta ruta CDMX–Saltillo, aun sabiendo el riesgo?

Lo que “vendieron”

El gobierno estatal de Coahuila afirma que es un logro de conectividad: “fortalecemos la calidad de vida”, “somos un polo de desarrollo”, “las gestiones ya rindieron frutos”. También anuncia mejoras en la terminal, accesos, pista, banda de equipaje… todo lo necesario para que el aeropuerto no parezca un relicto.

Lo que sabemos

  • Las frecuencias inicialmente son limitadas (“domingo, martes, jueves y viernes”) antes de pasar a diario.
  • El volumen de pasajeros en el aeropuerto de Saltillo fue insignificante hasta muy recientemente.
  • Existe un competidor natural: Monterrey. Empresas, ejecutivos y viajeros ya tienen opciones consolidadas ahí, lo cual significa que convencerlos de usar Saltillo implica mucho marketing, mucho valor agregado, o tarifas radicalmente más bajas.
  • El riesgo de “inaugurar para prometer” es alto: la aerolínea podría reducir frecuencias, cancelar la ruta o reubicarla si no se llena. La historia aeroportuaria lo ha mostrado en diversos puntos del país.

Mi conclusión

Sí, vale la pena intentar, pero con la lógica clara de que no basta inaugurar: hay que sostener. Y para sostener hay que:

  • Asegurar tarifas competitivas que convenzan al viajero de negocios y al turista: si el boleto cuesta lo mismo que desde Monterrey, ¿por qué elegir Saltillo?
  • Garantizar un volumen mínimo de tráfico frecuente: no solo “inauguración” sino demanda real, repetitiva.
  • No depender solo de subsidios estatales o titulares grandilocuentes; el negocio debe tener sentido operativo.
  • Diferenciar la ruta: promocionar Saltillo no solo como salida, sino como destino con ventajas (negocios, industria, ferias, etc.).
  • Tener humildad para decir que existe competencia y puede fallar la apuesta, y ajustar si las condiciones cambian.

Mi advertencia

Si esto se ve solo como “otra ruta que suma al portafolio” sin que se revise la estructura de costos-beneficios, me temo que volveremos al ciclo: inaugurar, prometer, operar meses, reducir, desaparecer o reconvertir. Y eso no solo cuesta recursos públicos sino credibilidad institucional.

En resumen: bien por el despegue. Pero no aplaudamos todavía. Hay que ver si el vuelo se queda, si se llena, si se convierte en algo cotidiano. Porque la línea recta entre “prometido” y “consumado” en la aviación mexicana es más corta de lo que creen los foros gubernamentales.

Comentarios
REGINA B LEÓN TÉLLE

Antiderecha por convicción, anticulto al líder por salud mental. No cree en las purezas ideológicas; se ríe de las utopIAs en PowerPoint.

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