A mi querida prima Andrea, in memoriam
La primera profecía distópica: George Orwell. “1984” (1949). Orwell desintegra la utopía estalinista de la época, fusionada a una sociedad totalitaria que desde un poder estatal absoluto y omnipresente controla todos los aspectos de la vida privada y pública de sus ciudadanos. En efecto, “El Gran Hermano te vigila” a través de dispositivos tecnológicos (telepantallas con micrófono integrado) que observan a las personas (hasta en sus expresiones faciales), manipulan el lenguaje para distorsionar la verdad, transmiten propaganda y restringen la libertad individual a su mínima expresión. La vigilancia estatal es masiva; mientras la pérdida de privacidad es absoluta.
La sentencia de Orwell es puntual y contundente: la sociedad del futuro tendrá este aterrador y perverso rostro.
La segunda profecía distópica: Ray Bradbury. “Fahrenheit 451” (1953). En la sociedad futura, 451 grados Fahrenheit es la temperatura en la cual los libros de papel arderán y se quemarán para simbolizar la censura del Estado y de la erradicación de la literatura, la libertad de pensamiento y de expresión.
La tercera profecía distópica: Pedro Ferriz Santa Cruz. “Un Mundo nos Vigila” (2019). Ferriz aseguraba que existía una vigilancia de ovnis, pleyadianos, venusinos o reptilianos, sobre nosotros. Más allá de las galaxias, también apuntaba, con preocupación, “el control y la vigilancia que grandes corporaciones y gobiernos ejercen sobre nuestra información personal, y el cómo la tecnología aumenta las posibilidades de manipulación social y política”. En su libro critica “la falta de privacidad en un mundo hiperconectado y plantea preguntas sobre los límites de la vigilancia”.
Habla Luisa María Alcalde, diputada federal morenista en 2014, contra las profecías distópicas: “Rechazo la iniciativa del presidente Peña Nieto porque, de aprobarse, cualquier instancia de seguridad y procuración de justicia pudiera brincar la Constitución y ordenar la geolocalización en tiempo real, el bloqueo de señales y el almacenamiento de datos personales sin mediar investigación previa ni requerir la autorización de un juez”.
Hablan 343 diputados morenistas y sus aliados después de aprobar la nueva Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión para ratificar las profecías distópicas en 2025.
La nueva CURP biométrica será nuestro número de identidad, será obligatoria y dependerá de la Secretaría de Gobernación.
La misma estará ligada a una plataforma única de identidad que registrará todos nuestros datos personales: huella digital, fotografía, salud, datos bancarios, registros fiscales, historial de transporte, educación, servicios públicos y privados, etcétera.
Todo trámite, contrato o compra exigirá la presentación de esta CURP biométrica, cuyo uso generará un registro que las autoridades de la Secretaría de Gobernación y del Centro Nacional de Inteligencia −antes CISEN− podrán consultar en tiempo real, de manera directa e irrestricta, sin orden judicial alguna.
De esta manera, el Estado podrá saber en qué segundo o minuto del día y en qué lugar del país realizamos un trámite bancario para pagar la tarjeta de Coppel por la licuadora que sacamos a 321 plazos, compramos pulpa de aguayón o rib eye para la carne asada el día que gane el Santos Laguna o pagamos el recibo de luz atrasado.
Cierto. No habrá bloqueo de plataformas digitales ni padrón gubernamental de líneas telefónicas, pero todas las compañías telefónicas deben registrar nuestros datos personales y números telefónicos, a los cuales la Secretaría de Gobernación y el Centro Nacional de Inteligencia tendrán acceso directo cuando lo requieran sin orden judicial alguna.
Habla José Antonio Peña Merino, director de la Agencia de Transformación Digital que implementará la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión. Está disfrazado de Gran Hermano, con lanzallamas en mano, para ratificar las profecías distópicas en 2025: “El gobierno ni espía ni censura”.
Habla Andrés Manuel López Obrador, expresidente de México y residente de la Hacienda “La Chingada” en Palenque, Chiapas, para recordarnos su promesa del 13 de julio de 2017: “Al triunfo de Morena se va a garantizar el derecho a disentir; nadie será espiado, censurado o reprimido. Habrá libertad de expresión”.

Luis García Abusaíd
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