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‘Tronchis’, el músico lírico del pueblo

Gabriel Mejía Vélez “Tronchis” fue primo hermano de la partera del pueblo, Adelita Vélez. Nació en Viesca durante 1924 y murió el 5 de noviembre de 1994. Sus padres fueron Ciriaco Mejía y Eulalia Vélez, quienes también tuvieron a Benito Mejía.

De parte de su mamá tuvo otros dos hermanos: Jesús Vélez y Socorro Vélez. Todos quedaron huérfanos a los 5 años y al cuidado de sus tíos Virginia Vélez y de su esposo don Manuel Mena.

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“Tronchis” era muy devoto del Santo Niño de Atocha. Esa devoción le nació de agradecimiento, contaba que después de que quedó huérfano, un tío, hermano de la tía Virginia, se lo llevó a un rancho — por el rumbo de Ahuichila— para que le ayudara a pastorear las chivas.

La esposa del tío no estuvo de acuerdo con que se quedara en la casa y lo mandó a dormir al corral de las chivas. Desilusionado, un día tomó camino de regreso a Viesca, de tanto caminar por el monte le dio sed, y al no tener agua, decidió tomarse su pipi. En cualquier mezquite descansaba. Cuando se despertaba recuerda que veía huellas de animales y le sorprendía que nunca lo agredieron.

En el camino decía que se le apareció un niño, que le preguntó ¿a dónde iba? “Tronchis” le contestó que a Viesca. El niño le dijo que lo acompañaría en el camino. El niño llevaba un guaje y de ahí le daba agua. El niño se quedó atrás y pronto Tronchis, de ocho años, vio que había llegado a Viesca.

En el pueblo aprendió el oficio de bolear zapatos. Así se convirtió en el zapatero del pueblo. Les ponía tapas a los tacones, los cosía y les daba grasa a los zapatos. Entregaba todo impecable y obtenía lo suficiente para sobrevivir.

También aprendió a tocar la batería y la trompeta, se enseñó con la orquesta de don Pancho Ramírez. A partir de ese aprendizaje le agarró amor a la música y se integró a la orquesta. Tocaban en la plaza de armas del pueblo, en los bailes y las bodas.

También tocaban música de viento en el cine Balmori donde organizaban tardeadas. Además de la orquesta de los Ramírez, con sus amigos formaron un grupo musical para llevar serenatas, entre ellos “el charrito” (Sr. Cortinas, de esa familia salió el vocalista de sonido Master), el “Molote”, Tibu tocaba la batería y Tronchis hacía sonar la trompeta, y en ocasiones los acompañaba Zeferino, que no veía, pero tocaba a la perfección el violín.

A veces los familiares de don León González iban a su casa a solicitarle un “pomito” y él accedía con gusto.

Era muy bueno conversando, platicaba muchas “charras” en la cantina de la Ermita; de hecho, si lo veían al pasar por ahí, sus amigos le invitaban sus caballitos para que compartiera sus anécdotas.

“Tronchis” las contaba con tono y semblante serio, aunque él no se reía, a toda la gente la tenía a carcajadas. Era muy gracioso. Esos días de cantina y anécdotas hacían que pasaran las horas hasta la noche.

“Tronchis” se casó con Piedad González Aguirre. Tuvieron 9 hijos, le sobrevivieron cinco: Jacobo (f), Hermelinda (f), Felipe de Jesús (quien cuenta la historia), Eduardo (f) y Gabriel. A la par de la música, también trabajó en SULVISA como operador (cargaba y descargaba los bultos de sal y sodache).

Traía los hombros descarapelados y quemados, pero no se rajaba. Fue ejidatario, sembró hortalizas en el patio de la casa, pues le tocó vivir la época de los manantiales, cuando sembraban en el ejido Eulalio Gutiérrez. Un tiempo fue a Estados Unidos de brasero a trabajar en la cosecha y recolecta de algodón.

La bicicleta era su medio de transporte. Le llevaba el lonche a los trabajadores de SULVISA. Hablaba con palabras altisonantes, pero no permitía que sus hijos lo hicieran. “Tronchis” no fue a la escuela, no sabía leer ni escribir, cuando estuvo de presidente municipal don Gabino Chacón, lo invitó a trabajar.

No lo aceptó por no saber leer ni escribir; pero cuando inició la enseñanza el INEA se inscribió y se graduó de primaria a los 50 años.

Posteriormente, cuando inició el albergue escolar para las niñas de los ejidos que llegan a Viesca a estudiar la educación secundaria, lo contrataron de velador y para ayudar en la crianza de las gallinas. Pero cuando ya no hubo crianza de gallinas, renunció. Le pareció que solo ser velador no era trabajo.

Comentaba que no saber leer ni escribir le cerró muchas puertas, pero la música le abrió otras puertas. Tocar la batería y la trompeta lo llevó a hacer amigos para toda la vida.

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SALVADOR HERNÁNDEZ VÉLEZ

SALVADOR HERNÁNDEZ VÉLEZ es ambientalista, académico, escritor y senderista. Ex Rector de la Universidad Autónoma de Coahuila.

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx

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