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Trampas neoliberales

El Congreso desempeñó un papel fundamental en la implantación del neoliberalismo en el país, iniciada en el Gobierno de Miguel de la Madrid y continuada hasta la Administración de Enrique Peña Nieto.

El modelo suplantó a las instituciones por 36 años, mientras el estado de bienestar pasaba a segundo término.

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De la Madrid utilizó su mayoría en las cámaras para adherir a México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT).

Carlos Salinas de Gortari celebró, palabras más, palabras menos, la aprobación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN): «Ya quisiera el Presidente de Estados Unidos tener un Congreso como el mexicano».

Tal vez por su obsecuencia. En un mensaje a la nación, dirigido desde la residencia oficial de Los Pinos, Salinas echó las campanas al vuelo: «Con apego a la Constitución (…), estos acuerdos promueven, de manera efectiva, el bienestar de los mexicanos».

Igualmente cumplen con la decisión de «crear más empleos, limpios y mejor remunerados con pleno respeto a nuestra soberanía».

En una entrevista por los 30 años del tratado, el escritor Gastón García Cantú reflexiona: «Lo que realmente estaba en juego no era la integración económica sino una ‘anexión’ similar a la de Texas en 1836 y una traición al resto de América Latina» (El País, 31.12.23).

El mismo día que el TLCAN entró en vigor, 1 de enero de 1994, Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se levantó en Chiapas para reivindicar demandas sociales, políticas y económicas.

El movimiento exigió la renuncia del presidente Salinas y de los gobernadores «que llegaron al poder mediante fraudes electorales», condición para celebrar ese año elecciones verdaderamente libres y democráticas.

El Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN
refutó el discurso salinista y pidió revisar el TLCAN por excluir a las poblaciones indígenas y «las sentencias a la muerte por no tener calificación laboral alguna».

También urgió revertir la reforma al artículo 27 constitucional, aprobada por los diputados y senadores del PRI y al PAN a iniciativa de Salinas de Gortari. El manifiesto demanda «respetar el espíritu de Emiliano Zapata: la tierra es para los indígenas y campesinos que la trabajan. No para los latifundistas.

Queremos que las grandes cantidades de tierras que están en manos de finqueros y terratenientes nacionales y extranjeros, y de otras personas que ocupan muchas tierras, pero no son campesinos, pasen a manos de nuestros pueblos….

Salinas, a diferencia de De la Madrid, no contaba con mayoría calificada en el Congreso, pero su alianza con el PAN le permitió reformar la Constitución para adaptarla a su proyecto.

Así pudo aplicar el modelo neoliberal a rajatabla de la mano de una corrupción desenfrenada. Vendió las principales empresas estatales (Teléfonos de México, Altos Hornos de México, Siderúrgica Lázaro Cárdenas, Mexicana de Aviación, Aeronaves de México), bancos (Banamex, Bancomer, Serfin), mineras (Cananea y Mexcobre), televisoras (TV Azteca) e inició la privatización de los ferrocarriles.

El capitalismo de compadres favoreció al círculo de Salinas la mayoría de las veces.

Alonso Ancira compró AHMSA a precio de remate: 145 mil millones de pesos, equivalentes a una quinta parte del valor real (Tras las huellas de la privatización. El caso Altos Hornos de México [UNAM]. La Jornada, 04.02.21).

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Gerardo Hernández

GERARDO HERNÁNDEZ es periodista desde hace más de 40 años en Coahuila. Director General de Espacio 4.

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx

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