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Todos nos vamos a morir un día

La muerte, al igual que la vida, es uno de los grandes misterios que nos rodean. Para las personas de fe, nuestros cuerpos mueren, pero nuestras almas nunca. Hechos a imagen y semejanza de un Dios al que consideran eterno, esa misma eternidad a la que van al morir. 

Para otros, luego de la muerte está la nada, tan solo la oscuridad. Pero los tiempos cambian y muchos olvidan que la muerte viene, siempre, incesante.  Que un día más en tu vida, es también un día menos. Algunos, incluso, pretenden creer que no existe y que los que se mueren son los demás y jamás ellos. Se creen inmortales, eternos y, como tales, hacen planes a largo plazo, seguros de que van a despertar mañana, pues hay mucho que hacer o deshacer.

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Evitan hablar del tema, pues eso atenta en contra de los valores que se han autoimpuesto. ¿Socializar el tema? Eso jamás. Desconocen a la muerte como parte fundamental de la vida. Sienten ansiedad y se preocupan tratando de entender si la vida termina con la muerte, si jamás volveremos a ver a quienes amamos y si acaso la vida humana tiene un propósito y significado.

Y es que hoy, preocupados por no morir, muchos nos olvidamos de vivir. Estamos ante un tema vedado por muchos y evadido por otros, pero que de vez en cuando aparece en nuestras conversaciones, pero siempre como algo lejano. A todos nos preocupa la muerte porque siempre hemos asociado a nuestro cuerpo con la vida; esto lo reflexionamos y nos hacemos la pregunta sobre qué sucede después de ella. Pero en lo general, preferimos no tratar nada acerca de la muerte, pues estamos seguros de que los que se mueren son los otros, no nosotros.

La idea de morir nos provoca ansiedad, pues reconocemos que existe un fin en nuestra existencia, eso nos agita profundamente como especie. La muerte es parte de la vida cotidiana. Sé que para muchos de nosotros la muerte significa tristeza y hacemos hasta lo imposible por olvidarnos del tema. 

Y es que la muerte nos motiva en casi todo lo que hacemos, desde anhelos de inmortalidad hasta crisis existenciales. Los sentimientos pasan por la autoestima hasta mecanismos de protección que hemos creado para evitar y hasta negar que un día todo terminará para nosotros. 

Por supuesto que la aceptación de la muerte, no significa que no quedaremos devastados cuando un ser querido muere. Lo que significa es que podemos ser capaces de concentrarnos en ese dolor sin otras cargas existenciales. Y es aunque pareciera frío, la muerte no le está ocurriendo solo a usted, la muerte nos ocurre a todos nosotros.

Es muy extraño, porque de alguna forma, morir bien es un triunfo del amor. ¿Acaso se puede explicar que sigamos amando a personas que murieron hace años? La respuesta podría ser que el vínculo del amor trasciende a la muerte y lo que queda tras la partida de la persona es el significado de la relación y los seres queridos que conservan el amor por ella. 

En lo personal, sé que la muerte va a llegar más temprano que tarde, así que cuando mi hijo cumplió 12 años, le dije: “Mira, Rodrigo, en este cajón y en este sobre está el contrato que celebré con el cementerio y la agencia funeraria. Cuando me muera, se los entregas y te pido que tú personalmente arregles todos los detalles de mi funeral”. Le expresé mi deseo sobre la forma en que deseo se lleve todo a cabo, un evento que, por supuesto, no incluyen los ritos y costumbres en los que no creo ahora que estoy vivo, así que mucho menos muerto.

¿Me quiero morir ya? Por supuesto que no, pero sé que vivir y morir son tan comunes como los iguales y que la vida ocurre ahora y solo en este momento y no en un futuro que nadie tiene asegurado. Creo que si, en lugar de utilizar nuestro valioso tiempo en obsesionarnos por saber si hay vida después de la muerte, podríamos esforzarnos por saber qué es lo que sucede antes de la muerte y no después. Es verdad, todos nos vamos a morir un día… pero todos los demás días no. Ahí podría entrar en revisión la cita en latín “Carpe diem” atribuida al poeta romano Horacio “¡Vive por el momento!”, encontrada en el final en la Oda a Leuconoe que dice: “Recoge los capullos de rosa mientras puedas, pues este podría ser el último invierno que verás!” Así, la frase podríamos ponerla en forma interrogativa. “¿Estás vivo?” Pues vive.

@marcosduranfl

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MARCOS DURÁN FLORES

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