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SECTOR AUTOMOTRIZ SIGUE ENTRE NUBARRONES: VEN COMPLICACIONES POR GUERRA ARANCELARIA

Monex analiza la situación de este sector que sigue teniendo caídas en exportaciones y ventas internas, lo cual se puede acentuar en la producción

La industria automotriz mexicana, una de las más relevantes para la economía nacional, atraviesa un momento de claroscuros que amenaza con convertirse en una etapa de retroceso, en medio de la guerra arancelaria.

El más reciente análisis sectorial de Monex advierte que, pese a ligeros avances en algunos indicadores, los efectos negativos se acumulan y comienzan a pesar tanto en la producción como en las exportaciones, las ventas internas y, de manera especial, en los vehículos pesados.

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Durante agosto, la fabricación de vehículos ligeros alcanzó 349 mil 900 unidades, cifra que representó una caída anual de 0.8 por ciento. Aunque en el acumulado de enero a agosto el crecimiento fue de apenas 0.5 por ciento —equivalente a 2.6 millones de unidades—, el resultado confirma que la industria se encuentra prácticamente estancada.

A este freno en la producción se suma un desempeño débil en el comercio exterior: si bien las exportaciones tuvieron un repunte mensual de 1.4 por ciento, el balance acumulado del año muestra un retroceso cercano al uno por ciento, lo que evidencia una pérdida de terreno en los mercados internacionales.

El panorama tampoco mejora al observar el mercado interno. En agosto se colocaron 124 mil 200 vehículos, lo que representó una baja anual de 3 por ciento. En lo que va del año, las ventas presentan un retroceso de 0.7 por ciento. Este comportamiento apunta a una menor demanda de las familias mexicanas y anticipa dificultades para concesionarias, distribuidores y proveedores, cuyos ingresos dependen directamente de estas transacciones.

El caso más preocupante es el de los vehículos pesados. El reporte de Monex subraya que todos los segmentos de camiones y tractocamiones sufrieron deterioros significativos, al grado de que la capacidad instalada de este subsector cayó a 58.9 por ciento, una reducción de más de 40 puntos porcentuales en comparación con el año pasado.

En la práctica, esto significa que casi la mitad de las líneas de producción están paradas, con el consecuente golpe a empleos, inversión y logística de carga en el país.

Las consecuencias de esta desaceleración no se limitan a las cifras de producción y ventas. Monex advierte que detrás de los números hay riesgos reales: pérdida de empleos, recortes en la cadena de proveedores, freno a nuevas inversiones y mayor vulnerabilidad frente a factores externos como los cambios en las reglas de origen del T-MEC, el endurecimiento de políticas arancelarias o la volatilidad del tipo de cambio.

Todo ello, en un contexto en el que México buscaba consolidarse como un polo de atracción para la electromovilidad y la transición hacia autos más limpios.

La caída en las exportaciones también podría reflejarse en la balanza comercial y en las finanzas públicas. Menos divisas entran al país y menos impuestos se recaudan, mientras que la reducción en la producción de vehículos pesados amenaza con encarecer el transporte de mercancías, un efecto en cadena que termina impactando a otros sectores de la economía.

Así, el reporte de Monex pinta un escenario donde la industria automotriz mexicana se mantiene a flote, pero navegando en aguas turbulentas.

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