Yo no sé lo que es tener enemigos, odiar a alguien personalmente y desearle el mal. Nunca lo he sabido (mi odio a LEA entra en otra categoría).
Quizá por eso las personas que se quieren confrontar conmigo están tan frustradas. No me meto a su ring de boxeo.
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Desafortunadamente, en fechas recientes, algunas personas me comentaron que el señor Jaime Laguna Berber habla mal de mí en sus soliloquios. Desde hace muchos años opté por tirarlo de a lurias, pero tristemente veo que sigue colándose en espacios académicos con el poder que le da tener las fotocopias del expediente de la Liga Comunista 23 de Septiembre que sacó del archivo de la Dirección Federal Seguridad.
El señor va por la vida engañando a incautos, haciéndose pasar por poseedor de un archivo único. Estoy segura que quienes lo invitan a hacer su performance de testimonio y donación de documentos no saben que él personalmente no tiene copias originales del periódico «Madera» sino que las sacó de la susodicha fuente.
Hace años tuvo el desatino de vender copias digitalizadas, insultando así la memoria de decenas de jóvenes asesinados y desaparecidos tras su arresto en las llamadas «repartizas» del «Madera» en fábricas y universidades. ¿Qué clase de exguerrillero comunista haría algo así?
Más allá de la condena moral, yo nunca he puesto en duda que el señor tuviera algún nivel de colaboración con la Liga Comunista, que hubiera sido detenido, temporalmente desaparecido y brutalmente torturado, o que hubiera permanecido unos años en prisión.
Lo que me hizo cortocircuito hace ya muchos años fue saber que aquellas personas con las que asegura haber cohabitado en casas de seguridad niegan por completo su militancia clandestina.
Por eso firmé una carta escrita por esos exmilitantes, en la que desmienten al señor y manifiestan su hartazgo ante sus insultos y difamaciones. El señor se dedica a provocar y a agredir, como si fuera un oficio paralelo al que ejerce como abogado.
Aunque ante sus calumnias he adoptado la postura de «ya síéntese, señor», después de tantos años sí me intriga la manera en que se ha obsesionado conmigo, siendo decenas de exmilitantes y académicos quienes firmamos la carta desmintiéndolo.
Sé que algunos de mis contactos mantienen una cercanía con ese individuo. Me da igual si se convierten en recaderos.
Lo que sí les advierto a mis colegas del medio académico es que el señor está completamente desquiciado. Si dicen o escriben algo sobre él o sobre la Liga con lo que él no coincida, no dudará en confrontarlos violentamente hasta que se canse.
Pero al parecer, tratándose de mujeres, no se cansa. Si se observa el patrón, es misógino y las mujeres somos su blanco predilecto. En fin, no digan que no se les ha advertido una y otra vez.

Adela Cedillo
Doctora en Historia de América Latina por la Universidad de Wisconsin-Madison Es licenciada en Historia y maestra en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha publicado artículos en revistas indexadas y de divulgación y capítulos en obras colectivas sobre la guerra sucia mexicana, las organizaciones armadas revolucionarias, los derechos humanos y la guerra contra las drogas. Tw @Eliseirena
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autora, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx
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