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México: ¡Pobres de los pobres!

Disminuyó la pobreza, sí, pero no como consecuencia del crecimiento económico del país, sino a costa de él.

Una costumbre muy arraigada entre los políticos mexicanos, del color o partido que sea, es traer a los “pobres” de un lado para el otro, según convenga a sus intereses del momento.

Cuando un presidente mexicano anuncia que gobernará por y para los “pobres” que componen el “pueblo”, malo el cuento porque los ciudadanos de cierta edad (los que no se cuecen al primer hervor) sabemos de antemano que primero salen de la pobreza los políticos y luego, si acaso, los sufridos mexicanos de escasos recursos.

El asunto es que un presidente dice que ha bajado el nivel de pobreza, pero el siguiente presidente lo acusa de lo contrario, entonces, ¿quién tendrá la razón?

Dime cómo sumas y restas, multiplicas y divides y te diré quién eres.

Me explico: si en una escala del uno al diez, definimos a los “pobres” como los que ganan menos de cinco, tendremos un porcentaje definido de ciudadanos en la pobreza (50 por ciento)  y, si ganan menos de tres, los ubicamos en la extrema pobreza (30 por ciento).

El siguiente gobierno cambia el nivel de pobreza en la misma escala y ahora dice que si ganas más de tres, ya no eres “pobre”, sino clase media baja o algo así, y ¡voilá!, disminuye la pobreza en México de un plumazo al 30 por ciento.

Al día siguiente, los titulares de noticieros y periódicos, portales digitales y demás plataformas, se llenan con el encabezado: “Baja el presidente la pobreza en México”, mientras los flamantes “ex pobres” siguen viviendo, en la realidad, en su misma miseria de siempre, pero con una etiqueta diferente.

Me bastó darme una vuelta por algunas colonias populares de Monterrey para darme cuenta de que, si acaso hay menos pobres en México como afirma el gobierno nacional, tal vez eso ocurrió en una Galaxia muy lejana.

¿A dónde se fueron los “pobres”?

A lo mejor se esfumaron a la velocidad de los cálculos de sesudos matemáticos que introducen sofisticados algoritmos en las poderosas computadoras del gobierno, es decir, cambiaron de estrato social sin darse cuenta.

Ya no son pobres, estadísticamente hablando. Eso es todo lo que necesita el presidente de México para su discurso mañanero y su rollo electoral.

Si hay menos pobres en México, ¿por qué se siguen vistiendo igual con sus harapos de siempre? ¿Por qué no han cambiado la barriada patética por un buen departamento en una colonia de clase media con todos los servicios disponibles?

Si hay menos pobres en México, ¿por qué siguen viviendo sin medicinas ni atención médica? Siguen tercamente muriendo de enfermedades curables y prevenibles, no entienden, ¿nadie les ha dicho que eso puede dañar las cuentas del gobierno?

Si medimos la pobreza por ingreso, como lo hace el INEGI en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos 2024, entonces sí cuadra el dato de que la pobreza disminuyó de 41.9 por ciento en 2018 a 29.6 por ciento en 2024, ¡maravilloso!

La pobreza extrema extrema disminuyó de 7.1 por ciento en 2018 a 5.3 por ciento en 2024, ¡Genial!

Los programas de transferencias de dinero a la población funcionaron bien para el gobierno nacional en esos aspectos específicos, pero al costo del crecimiento de la deuda pública y del déficit presupuestal (la diferencia entre ingresos y gastos) que llegaron a niveles históricos récord en México.

Entonces, el gobierno nacional exhibe la disminución de la pobreza como su gran logro, pero no dice nada de que se apoyó en endeudamiento público gigantesco y en el desbalance presupuestal sin precedente para obtener ese dato.

Disminuyó la pobreza, sí, pero no como consecuencia del crecimiento económico del país, sino a costa de él.

Sin crecimiento económico y sin creación de riqueza nacional para repartir, la batalla del gobierno nacional contra la pobreza se sostiene con alfileres hasta que cese el flujo de dinero público a los “pobres” mediante los programas sociales, día que llegará fatalmente si se mantienen las tendencias actuales.

“Tome nota”, dice el columnista Sergio Sarmiento (Grupo Reforma), “porque el dato no lo escuchará en la mañanera: entre 2018 y 2024, 24.4 millones de mexicanos han dejado de tener acceso a los servicios de salud”.

Añadir a la pobreza por ingreso (un concepto estadísticamente correcto y útil) el concepto de “pobreza multidimensional” (que incluye el acceso a servicios de salud, educativos, vivienda con agua y luz, etcétera), son medidas que no deben separarse a riesgo de perder el panorama completo.

Los políticos mexicanos, especialmente los morenistas, hacen exactamente lo opuesto: ellos toman únicamente la medida que más conviene -el dato útil para presumir en las conferencias de prensa- y se olvidan de lo demás.

Por eso, los “pobres” de México siguen viviendo, ignorantes de su “transformación”, como en la canción del inolvidable Juan Gabriel: en el lugar de siempre, en la misma ciudad y con la misma gente. Como los maridos cornudos, ellos son los últimos en enterarse del engaño.

¡Pobres de los pobres!

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ROGELIO RÍOS estudió Relaciones Internacionales y es periodista de opinión sobre México y el mundo. Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx