- Donde la frontera recuerda lo que el poder prefiere olvidar
Cuento lo que veo. Cuento lo que escucho cuando el viento del norte trae noticias que no vienen en periódicos, sino en forma de órdenes envueltas en papel de seguridad nacional.
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Cuento lo que pasa en este territorio donde la línea fronteriza no divide: hiere. La frontera norte —mi frontera, nuestra frontera— siempre ha sido el lugar donde los imperios ensayan sus coreografías antes de presentarlas en el escenario del mundo. Aquí prueban sus doctrinas, sus miedos, sus obsesiones. Aquí, entre el polvo del desierto, las maquilas que laten como corazones ajenos, los pueblos originarios que resisten desde antes de que existiera el mapa, y las ciudades que respiran en dos idiomas, se decide no sólo la relación entre dos países, sino el tipo de mundo que pretenden imponernos.
- La sombra del norte y los pequeños fuegos que no se apagan
Por eso, cuando Estados Unidos anuncia su nueva Estrategia de Seguridad Nacional, no la leo como un documento técnico. La leo como una sombra que se alarga sobre nuestras tierras. Una sombra que no pide permiso. La premisa es simple y brutal: la fuerza por encima de la ley. No es diplomacia. No es política. Es el viejo truco del más fuerte disfrazado de modernidad. La política internacional deja de ser un espacio de acuerdos y se convierte en un tablero donde alguien mueve las piezas y nosotros ponemos los cuerpos.
- El miedo como mercancía, la fuerza como argumento
Desde esa lógica, la migración —esa corriente humana que ha construido ciudades, economías y culturas a ambos lados del río Bravo— es reducida a una amenaza. No un fenómeno social, no una historia de supervivencia, no un espejo de desigualdades. Una amenaza. Y cuando algo es amenaza, el imperio responde como sabe: muros más altos, vigilancia más densa, presión más dura. La frontera deja de ser puente y se convierte en filtro militarizado.
- El fantasma Monroe y las viejas botas del imperio
La Doctrina Monroe, ese fantasma que nunca se fue, regresa con botas nuevas. No se trata sólo de expulsar a China, Rusia o Irán del hemisferio. Se trata de reordenar la economía fronteriza para que respire al ritmo que dicte Washington: nearshoring condicionado, cadenas de suministro vigiladas, energía bajo supervisión estratégica, infraestructura bajo lupa. Aquí, la soberanía no se discute: se negocia en silencio.
- La frontera: ese territorio que piensa con cicatrices
Pero la frontera no es un territorio vacío esperando órdenes. La frontera es un animal vivo, contradictorio, terco. Aquí conviven pueblos indígenas que existían antes de cualquier muro, comunidades binacionales que no reconocen la ficción de la línea divisoria, trabajadores que sostienen la economía de ambos países, y redes sociales que sobreviven a los gobiernos como hierba que rompe el concreto. Estados Unidos puede intentar imponer su lógica, pero la frontera tiene la suya: una lógica de mezcla, de resistencia, de dignidad.
- Allá hablan de paz; acá contamos los muertos del silencio
Mientras allá arriba hablan de “paz mediante la fuerza”, acá abajo sabemos que la fuerza nunca ha traído paz, sólo silencio. México insiste —al menos en el discurso— en la prevención social, la inteligencia, la coordinación institucional. Dos visiones chocan en este territorio: una ve amenazas, la otra intenta ver causas; una militariza, la otra contiene; una impone, la otra negocia. Y la frontera, partida entre dos paradigmas, cruje.
- Democracia de quita y pon: el lujo que no llega al sur
Lo más grave es que la estrategia estadounidense abandona cualquier referencia a derechos humanos, dignidad o justicia. La democracia deja de ser valor y se convierte en moneda de cambio. Aquí, eso significa tolerancia a gobiernos locales autoritarios si son útiles, indiferencia ante violaciones a migrantes, acuerdos operativos sin controles democráticos. La frontera se vuelve un lugar donde la democracia es opcional, como si fuera un accesorio que se puede quitar cuando estorba.
- Donde la dignidad camina descalza pero no se rinde
Pero también sé —porque lo he visto, porque lo he vivido— que la frontera es un territorio donde la dignidad se defiende todos los días. Donde las comunidades indígenas resisten el despojo. Donde los migrantes desafían muros y desiertos. Donde las ciudades binacionales demuestran que la integración es más fuerte que la imposición. Donde la sociedad civil ha construido más puentes que los gobiernos. Donde la memoria histórica recuerda que ningún imperio manda para siempre.
- Cinco caminos para que México deje de andar a tientas
Por eso, desde esta frontera que no se rinde, propongo que México impulse cinco caminos urgentes.
Primero: recuperar la soberanía del territorio, no como consigna, sino como práctica.
Segundo: construir una estrategia nacional de seguridad que no copie la lógica del miedo.
Tercero: blindar la democracia en la frontera, donde más falta hace.
Cuarto: defender a los migrantes como lo que son: seres humanos, no amenazas.
Quinto: construir una política exterior que no sea reactiva, sino propositiva.
- El país que se juega en la frontera y en la conciencia
Y uno más, que no admite demora: romper, de una vez por todas, la confusión entre Estado y crimen organizado. Ningún país puede defender su soberanía si su propio territorio está capturado por intereses criminales. La separación entre el Estado y el crimen no es un deseo moral: es una condición de existencia nacional.
- Porque la frontera sueña, incluso cuando el mundo la quiere dormida
La Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos quiere ordenar el mundo desde la fuerza. México debe responder ordenando su futuro desde la dignidad. Porque la frontera norte no es un muro: es un territorio que piensa, que resiste, que sueña. Y lo que ahí se decida —lo que decidamos— será el país que dejemos a quienes vienen detrás.

Jaime Martínez Veloz
Luchador social, politólogo, incómodo al poder, ex legislador.Presidente del Centro de Estudios y Proyectos para la Frontera Norte “Ing. Heberto Castillo Martínez”.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx
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