Uno de los temas que llamó la atención de la opinión pública al menos durante dos semanas, fue la exposición pública y mediática que sufrieron personajes de la política y gobernanza mexicana a escala nacional, después de que circularon imágenes de viajes realizados a destinos turísticos del extranjero que significan viajes costosos que no cualquier mexicano puede realizar.
La reflexión no sólo significó para algunos la siembra de dudas respecto al origen de los recursos para pagar vacaciones que aparentemente no alcanzarían con el sueldo incluso de un año.
Pero el cuestionamiento verdadero se concentra en una máxima de la nueva dialéctica política que formó parte del discurso presidencial de la administración federal pasada y que tiene relación directa con la «austeridad republicana» que exigía a todos los mexicanos poseer solo un par de zapatos, casas sencillas y humildes, ropa barata y por supuesto evitar viajes suntuosos.
El primer personaje evidenciado fue uno de los líderes del Poder Legislativo que realizó un viaje a España acompañado de su esposa y fue fotografiado en un restaurante de lujo donde los precios de los platillos durante el desayuno pueden alcanzar un precio de 800 pesos por persona.
La explicación del legislador federal fue que no incurría en ninguna falta o delito pues el viaje lo había pagado con sus recursos y eran unas vacaciones familiares planeadas, versión que solo sirvió en apariencia, para que surgiera información de los viajes de otros personajes de la política.
Después tocó el turno al líder nacional de un partido tricolor que al parecer vive de los quemones públicos y que viajó a Portugal con su familia y fue exhibido al portar un reloj cuyo valor podría alcanzar los 500 mil dólares.
Finalmente, la cereza en el pastel para el juicio sumario de los mexicanos, fueron las imágenes de uno de los hijos del extitular del Poder Ejecutivo federal que viajó a Japón y acudió de compras a tiendas de marcas altamente costosas y se hospedó en un hotel cuya tarifa diaria podría alcanzar los 22 mil pesos.
Llamó la atención que posterior al viaje el heredero presidencial, que fue incrustado en la dirigencia nacional del partido creado por su progenitor y que gobierna a México, explicó en un mensaje de redes sociales de internet que no cometió ningún delito y que el viaje no era tan costoso.
Por último, la gobernadora de Campeche habría viajado a Ámsterdam para tomar vacaciones y visitar a una de sus hijas que vive en Países Bajos con sus nietas; hay que destacar que no circularon imágenes de su viaje a Europa.
Para muchos no tiene nada de malo que los políticos y gobernantes mexicanos vayan de vacaciones al extranjero si lo hacen con sus recursos y se financian las vacaciones sin dinero público.
Lo que sí significa una contradicción es que sean los propios «nuevos» políticos y gobernantes del partido en el poder que violen el principio máximo de su líder moral y con ello afecten los intereses de quien hoy gobierna el país y que dejó clara su postura respecto a guardar las formas respecto a este tipo de actividades.
Las piedritas en el zapato no solo se relacionan a los viajes, también a las fiestas, bodas, quinceañeras, ropa, joyas, asistencia a eventos exclusivos de las altas élites económicas que hoy alcanza a legisladores, líderes políticos y gobernantes que se colocan en el ojo del huracán bajo las trampas que generan los discursos populistas y cancheros que utilizan a diario.
Mientras tanto, el humilde escribiente sigue analizando la posibilidad de tomar unos días de descanso en la hermana república del Tunal, en la sierra de Arteaga, pero aún el presupuesto no se ajusta a los gastos que generará la vacación.

CARLOS AGUILAR
Periodista y conductor de noticias.