En economía existen muchas leyes, tal vez las más famosas son la ley de la demanda y de la oferta, sin embargo, hay muchas leyes más, las cuales son resultado de investigaciones científicas que describen patrones constantes y universales que son el resultado de la experimentación y la observación repetida.
De aquí que los economistas seamos científicos sociales.
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Existen teorías con fórmulas matemáticas, principalmente de cálculo diferencial o integral, que son tan complicadas que se requiere gran destreza matemática, algunas otras teorías son más sencillas de entender, incluso sin el uso de la ciencia exacta, pero hay otras teorías, sí científicas, que parecieran producto de alguna caricatura o de una broma, una estas teorías es la Ley de Gresham, que debe su nombre a Tudor Thomas Gresham, financiero inglés quien encontró esta ley, dos siglos antes de que la ciencia económica sugiera oficialmente.
La ley de Gresham sostiene que el dinero malo desplaza al dinero bueno, es decir que el dinero de mejor calidad es preferido para ser resguardado que el de mala calidad. Entendamos que hay dinero, principalmente monedas, que tienen valor intrínseco, es decir que valen por sí mismas, por el material con el cual están elaboradas. Supongamos en manera de ejemplo que hay dos tipos de monedas de 20 pesos circulando, una de ellas totalmente de cobre y la segunda con plata, por supuesto que de manera racional cada vez que llegue a nuestras manos una moneda de las que tiene plata la resguardaremos, dejando en circulación las de cobre.
Existen casos aún más “llamativos” como el de los billetes de 50 pesos que tienen la imagen del ajolote, el cual es un anfibio endémico de nuestro país, pues bien se tiene calculado que hay 12 millones pesos en esos billetes, que están fuera de circulación resguardados por particulares quienes no lo utilizan para la compra de alguna mercancía por considerar que esos billetes son “bonitos”.
Pareciera que hay cosas en la economía que funcionan al revés que el resto de las ciencias, actividades o quehaceres, como el caso de que en lugar de que las cosas buenas saquen a las malas, los billetes malos sacan a los buenos a pesar de que sirven para lo mismo y en ocasiones hasta valen lo mismo. ¿Acaso cuando tiene en la cartera dos billetes de la misma denominación y necesita hacer un pago, no utiliza el más maltratado?

Francisco Tobías
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