Las lluvias recientes en Saltillo no solo dejaron inundaciones, calles bloqueadas y viviendas afectadas, también revelaron algo más profundo: una crisis de cultura ciudadana y una urgencia ambiental que llevamos años posponiendo. Entre el agua estancada y los arroyos desbordados, afloró lo que muchos preferimos no ver: basura, escombro, muebles viejos y desechos de construcción tirados en cauces y terrenos baldíos.
El Ayuntamiento de Saltillo identificó al menos 80 tiraderos clandestinos en diferentes zonas de la ciudad. Muchos de ellos son alimentados por quienes, durante la madrugada, descargan residuos a escondidas en arroyos y lotes. El impacto ya no es solo visual o sanitario: estos desechos bloquean el flujo del agua, provocando severas inundaciones en varias colonias. La omisión cuesta, y cuesta caro.
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Francisco Saracho Navarro, secretario del Ayuntamiento, anunció que ya se modificaron reglamentos municipales para aumentar las sanciones a quienes contaminen. Las nuevas multas irán desde 5 mil 657 pesos por tirar basura desde un vehículo, hasta 169 mil 710 pesos por provocar incendios, ya sea por descuido o de forma intencional. Aunque necesarias, estas medidas disciplinarias no bastan por sí solas.
Lo que nos falta es educación. La educación ambiental y la responsabilidad ciudadana son las verdaderas barreras contra el deterioro de nuestra ciudad. Mientras no entendamos que tirar un costal de escombro en un arroyo es tan grave como dejar abierta una llave de gas, ninguna multa surtirá efecto. Necesitamos campañas educativas permanentes en escuelas, colonias, medios de comunicación y redes sociales, que no solo informen, sino que formen conciencia.
Pero también es obligación del gobierno facilitar el cambio. Y en ese sentido, una medida positiva anunciada esta semana es la instalación de semáforos pluviales en al menos 20 a 30 puntos críticos de la ciudad, como pasos a desnivel y vados. Estos dispositivos, similares a los que se usan en ciudades como Houston y San Pedro, permitirán identificar visualmente si el nivel del agua representa un riesgo. Verde: paso libre. Amarillo: precaución. Rojo: alto total.
Antonio Nerio, director de Obras Públicas, explicó que se utilizará material económico y cuadrillas del propio municipio para colocar estas señales. Una solución sencilla, de bajo costo, pero con gran potencial para evitar tragedias causadas por la imprudencia de pasar entre corrientes de agua. La conciencia no nace sola; también se construye con información clara, visible y útil.
En este contexto, urge un pacto social por el entorno urbano, donde ciudadanía y gobierno se responsabilicen mutuamente. Porque si bien es cierto que las autoridades deben aplicar la ley y prevenir riesgos, también es cierto que ninguna ciudad es más limpia ni más segura que el comportamiento de sus habitantes.
Saltillo necesita más que botes de basura: necesita una ciudadanía que entienda que cuidar la ciudad es cuidar la vida. Que dejar un refrigerador viejo junto a un arroyo no es un favor a nadie, sino un atentado contra todos. Que pasar en auto por un vado crecido no es valentía, es inconsciencia. Que prender fuego a un lote baldío es abrir la puerta al desastre.
Que estas lluvias no se queden solo en las estadísticas del clima, sino que marquen un antes y un después en la forma en que cuidamos nuestra ciudad. Porque en tiempos de cambio climático, prevenir no es una opción, es un deber compartido.
Saltillo no debe ser víctima de la indiferencia, sino ejemplo de lo que una comunidad puede lograr cuando la conciencia ciudadana se convierte en acción diaria.

JÉSSICA ROSALES
Periodista con 20 años de experiencia en distintos medios de Coahuila.Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autora, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx