Víctor Manuel Ubaldo Vidales, de 17 años, originario de Paracho, Michoacán, asesinó al alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, el 1 de noviembre de este año. Ubaldo Vidales era un joven sicario del CJNG.
¿Podemos sólo culpar al crimen organizado por hacer añicos el tejido social “con su insaciable codicia y permanente maldad” para reclutarlo? O, también podemos responsabilizar a los gobiernos, federal y estatales, por la ausencia de políticas públicas eficaces que dejaron a Víctor Manuel, como un joven marginal más, en una condición de vulnerabilidad social -con poco o ningún acceso a la educación y al empleo con salarios dignos y justos- y expuestos, además, a una invisibilidad social -con un sentido de identidad comunitaria y personal marcada por la exclusión- respecto a las autoridades -que los criminaliza- y al resto de la sociedad -que los ignora.
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La mayor responsabilidad la tienen los gobiernos, federal y estatales, por su abandono sistemático -más allá de la retórica demagógicadel joven marginal. O, ¿cómo explicar que entre 2015 y 2025, de 145 mil a 500 mil jóvenes mexicanos fueron reclutados por el crimen organizado?
Un diagnóstico realizado en 2023 por la revista “Science” apunta que “el narco (era) el quinto empleador de México, porque ocupaba entre 160 mil y 185 mil personas” (con una tasa de reclutamiento) “de 350 personas cada semana” para reemplazar las pérdidas de 200 empleados en ese período de tiempo.
Este modelo preciso “no recoge el número de policías, militares, políticos y otros funcionarios en nómina de los cárteles”.
¿Para qué han servido los jóvenes marginales a los gobiernos y a los partidos políticos? Para ser carne de cañón electoral. No más.
Con este gobierno morenista, ¿cuál ha sido la utilidad de las becas “Jóvenes Escribiendo el Futuro”, la Benito Juárez y la “Jóvenes Construyendo el Futuro”, por ejemplo? Para ganar elecciones y nutrir el ejército electoral -presente y futuro- de Morena. Nada más.
Ninguna de esas becas impactó en el reclutamiento de jóvenes por el crimen organizado: Sebastian Lukács Gorka, director antiterrorismo del Consejo de Seguridad Nacional Casa Blanca, aseguró en septiembre pasado, que “más de 500 mil ciudadanos mexicanos trabajan para los cárteles, en muchos casos, bajo presión”.
¿Están conscientes esos morenistas -al igual que los priistas y los panistas- de las opciones de futuro tan reducidas que esos jóvenes marginales tienen y que ellos, cómo políticos desde el poder, asfixiaron por generaciones en su afán por reducirlos a mercancía electoral?
Para abrir boca: hoy, más de 250 millones de niños viven en zonas de conflicto, y cada día, 5 son reclutados como soldados (UNICEF, 2024). De esta manera, “México incumple en su deber de proteger a la niñez del reclutamiento forzado” (REDIM y UNICEF: 2025).
Pasemos ahora a pensar en los destinos de esos 20 a 25 millones de jóvenes (entre 12 y 29 años) que viven en algún grado de pobreza (cerca del 45-50% de la población juvenil en México) (INEGI y CONAPO: 2022).
En el mejor de los casos, ese joven (mujer u hombre) puede emplearse en la economía formal, maquiladora o empresa, para mantenerse con lo mínimo. En el caso más común, podrá trabajar en la economía informal, como albañil, plomero, herrero, carpintero, vendedora en una tienda, etcétera., para sobrevivir al día.
Muchas otras mujeres jóvenes, sin embargo, podrían tener un embarazo temprano no deseado: vender contenido y/o prostituirse a través de las redes sociales; trabajar como meseras en una cantina y/o bailar en un “table dance”; consumir drogas u alcohol en exceso y eventualmente ligar sus servicios y su juvenil belleza a un narco y, llegar a ser parte de la trata de mujeres ligada al crimen organizado.
En el caso de los hombres jóvenes, éstos inician como padres precoces -muchas veces irresponsables-, con fuertes tendencias a las adicciones y al abrazo fuerte al crimen organizado.
Por décadas, el Estado mexicano abandonó al joven marginal y nunca lo integró de manera plena, no electorera, a la sociedad.
Por ello, hoy no puede sorprendernos que existan decenas de miles de adolescentes, como Víctor Manuel Ubaldo Vidales, que ante el fracaso rotundo de las políticas públicas federales y estatales, hayan elegido el sicariato como la única opción de vida posible para dar significado y visibilidad -efímeros- a sus vidas, en este país.

Luis García Abusaíd
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx
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