Los hechos: El sábado pasado, bajo el manto de una operación llamada “Martillo de Medianoche”, EU atacó tres instalaciones nucleares iraníes.
Los martillazos fueron reales e incluyeron 125 aeronaves y algunos bombarderos B-2.
Las bombas “antibúnkeres” cayeron por docenas sobre las instalaciones ubicadas en Fordow y Natanz, mientras que misiles Tomahawk impactaron en Isfahán.
La pregunta sin responder continúa en el aire mediático y en redes sociales: ¿Desmanteló EU la supuesta capacidad nuclear de Irán en sus tres instalaciones?
Porque distintos reportes periodísticos apuntan que Irán tomó medidas preventivas para dispersar su uranio enriquecido hacia ubicaciones menos vulnerables.
Otra pregunta ya reiterativa, porque repite el mismo guión ocurrido en distintas intervenciones militares de EU en Medio Oriente que cumplen siete objetivos: pulverizar la expansión de grupos islámicos fundamentalistas; evitar el crecimiento militar, tecnológico y nuclear de los países árabes; nutrir la industria militar estadounidense; asegurar el suministro de petróleo y gas; apuntalar rutas comerciales estratégicas; blindar a Israel y fortalecer el equilibrio geopolítico contra sus dos adversarios más importantes:
Rusia y China, en esa región vital para el balance de fuerzas del mundo.
Ninguno de los siguientes ejemplos escapa a esa lógica intervencionista estadounidense en el Medio Oriente: ahí están los eventos en Irán (1953), Líbano (1958), Egipto (1967), la Guerra del Golfo (1990-1991), Irak (2003), Libia (2011), la Operación Libertad Duradera en Afganistán (2001-2021) y los bombardeos hace un par de días en Irán (2025), sin soslayar las intervenciones y ataques selectivos en Siria e Irak en otros momentos. (Continuará).
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Luis García Abusaíd
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