El seleccionado de fútbol Sub20 de México quedó fuera del torneo porque se lo ganó.
No jugar este duelo como debería haberlo jugado los llevó hoy al aeropuerto de Santiago para documentar su vuelo de regreso a casita, para lamerse las heridas, justificarse tal vez, si quieren pueden hacerlo y reflexionar qué les pasó.
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Ese partido no podía jugarse como los demás. Si sabían lo que les iba a pasar, debieron prepararse.
Les faltó malicia, les faltó astucia, inteligencia, barrio y a ese platillo, otro ingrediente: un par de huevos.
No puedes culpar solo al árbitro y al rival. Los goles que te hicieron, bien hechos, te superaron en las patadas, en lo físico, en lo futbolístico y en el marcador. Punto.
Culpar solo al del silbato, puede ser cómodo, pero les ganaría la tentación de justificarse y no puedes corregir algo si no sabes ni siquiera en qué te equivocaste. Si crees que tú estás bien y todos los demás mal y ellos son los culpables de tu tropiezo, ya vas enfilado directito al precipicio del fracaso.
Los técnicos de sofá con cerveza en la mano creen que el profe Arce debió hacer otra cosa y poner a otros jugadores, y a los que puso, a hacer otra cosa diferente.
Arce era una maravilla con su sapiencia la semana pasada; hoy, esos DTs encervezados, creen que tienen la razón.
Esta selección hizo, hasta la tarde del sábado un Mundial muy digno, donde incluso la suerte los acompañó. Hasta que se apareció la selección con licencia para hacer lo que se le venga en gana, sin pagar por ello.
Solo les queda a estos muchachos guardarse sus lágrimas y no llorar como niñas lo que no supieron defender como varoncitos.
HUMILLACIÓN
Del otro seleccionado, el mayor, se nota que no existió la exigencia de una eliminatoria para ganar su boleto y ser parte del Mundial.
No el sábado en la noche, sino hace meses, dijimos que gran parte de los integrantes de ese seleccionado no tenían nada qué hacer ahí.
No queremos intuir o siquiera pensar que algunos jugadores a través de sus promotores deslizan algún recurso en las cuentas de alguien para que sus pupilos tengan presencia en la cancha.
Pero no sería extraño…
Con Aguirre ya sucedió en su momento. Y no lo mencionaré más… por ahora.
Lo que sucedió en el estadio de Texas ante Colombia fue una verdadera humillación.
La escuadra colombiana con mucha determinación, mucha fuerza, y buen fútbol además de técnica y derroche físico, exhibió las falencias de un equipo inconexo, sin alma, sin fútbol, sin la conciencia de portar en el pecho el escudo nacional.
Hay poco qué decir de esa trapeada que les arrimaron.
Sobra dar los nombres de quienes deberían estar en su casa viendo la TV, en lugar de la cancha, de los que iniciaron, por lo menos siete no tenían nada qué hacer ahí, y los que entraron… Pfff!.. una verdadera bazofia.
Eso sí, que nadie le extrañe que varios burros empeñen la bicicleta de su chamaco y el microondas de la señora para completar y comprarse un boleto para ir a verlos en el Mundial y volver a creer… y volver a soñar.
Lo crea usted o no, lo tarado no se quita…
Y si lo de los muchachos fue una decepción, la goleada ante Colombia fue una verdadera humillación.
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Reynaldo Márquez
Periodista desde hace más de 35 años en el norte de México. Ha colaborado en El Norte, ABC y otros medios.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx
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