Cada año, en todos los niveles de gobierno, llega un momento que parece repetido hasta el cansancio: los informes.
Se llenan auditorios, se revisa el protocolo, se acomodan cifras y discursos. Y, sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar por qué existen, para qué sirven y qué lugar ocupan en la vida pública.
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Los políticos y servidores públicos hacen informes porque el poder, sin revisión, se deforma. Gobernar no es mandar, es administrar recursos que no son propios y tomar decisiones que tocan la vida de miles de personas.
Un informe es ese alto obligado donde quienes gobiernan deben explicar qué hicieron con el tiempo, el dinero y la confianza que les prestamos.
No es una ceremonia, es un espejo. Un ejercicio que recuerda que ningún cargo es propiedad, es un encargo.
Para nosotros, como ciudadania, estar informados no es un gesto de cortesia del gobierno, es un derecho.
Y también es una responsabilidad. Si se invierte dinero público en seguridad, salud, obra, educación o desarrollo, tenemos el derecho a saber qué se prometió, qué se cumplió, qué falta y por qué.
Un ciudadano informado cuestiona, dialoga, compara y exige. Uno desinformado deja espacio para que otros decidan por él.
Los informes deberían ser eso: un puente entre gobierno y sociedad.
Una conversación donde una parte explica y la otra escucha, analiza y responde.
No se trata solo de logros, sino de claridad. No solo de cifras, sino de rumbo.
En días como estos, escuchar un informe debería invitarnos a algo más profundo: recordar que la democracia no solo vive en las urnas, vive en la vigilancia diaria.
En entender cómo se toman las decisiones que moldean nuestras calles, nuestros servicios, nuestras oportunidades y nuestra seguridad.
Por eso los informes importan. Porque nos regresan a lo esencial: la transparencia, la exigencia y la participación.
Porque un gobierno tiene el deber de informar y la ciudadanía tiene el derecho y la obligación de mirar con atención, preguntar y exigir que las cosas se hagan bien.
Ahí empieza todo. Ahí se sostiene la democracia.

EVA FARÍAS
Eva Farias es periodista, comunicadora y narradora de historias con más de 15 años de experiencia. Su voz se distingue por unir lo personal con lo colectivo, con una mirada cercana, crítica y profundamente humana.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autora, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx
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