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Dios es auténtico

El viaje del ovoide duró apenas unos segundos (o quizá menos), pero las 58 yardas que recorrió parecieron tan largas como los 48 años que llevaban los Auténticos Tigres sin ganar un título de la ONEFA unificada.

Cada que alguien rompe una barrera o alcanza una meta para la que parecía no haber nacido, sin importar en lugar del mundo donde se encuentre, es un triunfo de la humanidad.

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Porque ese logro, pequeño o grande, activará en alguien la llama de saber que lo imposible puede ser posible.

Tuve varias razones para no asistir esa noche a la Final de la Liga Mayor de la ONEFA, pero algo me decía que ahora podría ser distinto a la historia que a lo largo de décadas había visto, en especial durante las recientes tres Finales que los Auténticos habían perdido en el último suspiro ante los Borregos.

Mi acreditación no fue autorizada entre semana por la nueva encargada del área de prensa de Borregos.

“Solo es para medios acreditados”, me dijo escuetamente.

Así que recurrí, como muchas veces, a Jorge Lozano, hasta hace poco máximo responsable de comunicación del Tec de Monterrey, a quien conozco desde hace más de 30 años y quien siempre me ha transmitido, como pocos, su pasión por todo lo que al deporte de los Borregos corresponde.

Jorge me consiguió un boleto y me dijo que le avisara cuando estuviera en la puerta del Estadio Banorte para dármelo y poder acceder.

Sólo que en el camino tuve un problema con el carro, por lo que me retrasé tanto que, incluido el tráfico alrededor del estadio y los problemas para encontrar un lugar en donde estacionarme, llegué a la puerta cuando estaba por terminar la primera mitad, sin saber cómo iba el marcador.

Ahí me esperaba Jorge con el ansiado boleto. Al entrar y saludarlo le pregunté: “¿Cómo van?”.

“12-7”, me respondió, “iba ganando Tigres 12-0”.

Nos despedimos y me dirigí hasta el área de prensa (ubicada detrás de una de las zonas de anotación) donde, sin acreditación, me senté junto a Norbert Coronado, de prensa de la UANL, y a Alberto, reportero de El Porvenir.

Para entonces veíamos cómo Borregos se acercaba en el marcador amenazando con volver a disolver las ilusiones de los Auténticos como había sucedido las últimas cuatro ocasiones (tres de ellas en Finales).

Pero un pase que soltó un receptor de Borregos a pocas yardas de la zona prometida me hizo interpretarlo como una señal de que ahora las cosas serían diferentes. Sobre todo cuando Ángel Alvarado recorrió 67 yardas para ampliar la ventaja de los Auténticos.

Mostré mi asombro por la reacción de los dirigidos por Toño Zamora, pero Norbert a mi lado apenas si pronunció algo, como si cualquier comentario pudiera echar abajo la posibilidad de concretar ese sueño tantas veces postergado.

No pude evitar recordar que tantos jugadores de jerarquía habían vestido el jersey de los Auténticos sin lograrlo. Se me vino a la mente el nombre de Aquiles Leija, hermano de César, amigo y vecino de la colonia Las Puentes.

En esas estaba cuando una persona de comunicación de Borregos nos indicó que si queríamos bajar a la cancha ese era el momento. La primera señal de que el desenlace que se acercaba. Lo hicimos.

Sin acreditación avancé cobijado por Norber y Alberto. Nos encontramos con varios filtros de seguridad. Me interesaba mucho estar en el campo durante los momentos finales porque sentía que hoy podía ser el día, y me gustaría escuchar los gritos, las indicaciones en los momentos claves en que se escribiera una página memorable de la historia. Al fin y al cabo los periodistas nos alimentamos sí, de datos, pero sobre todo de emociones.

A punto de ingresar a la cancha un guardia de seguridad nos detuvo, y al ver que no traía yo acreditación me impidió el paso, por lo que Norber y Alberto se dirigieron a la cancha con la intención de pedirle la chava de comunicación que me dieran el acceso.

Pasaban los minutos en el túnel sin saber cómo se estaba moviendo el marcador, hasta que algo pasó por la mente del guardia que me dijo: “está bien, pásale”.

Una sonrisa interior se dibujó en mí, por lo que me dirigí a la cancha por otro túnel. La sonrisa sólo duró hasta que me topé de frente con una mujer con cara de pocos amigos que preguntó qué hacía allí. Era la encargada de prensa que me había negado la acreditación entre semana, que ahora me indicó que no tenía permitido pasar por lo que debía salir de ahí. De nada sirvió mi argumento de que tenía 30 años cubriendo.

Pasó por mi mente decirle algunas otras cosas que pensaba, pero me di cuenta de que sería inútil, así que me regresé a las tribunas.

Se acercaba el final del juego y para entonces mucha gente estaba de pie, por lo que me resguardé bajo el toldo del equipo de cámaras que transmitían la señal en vivo para las distintas cadenas como ESPN, para tener una buena visibilidad.

Con un gesto, Luis uno de los más experimentados camarógrafos, me indicó que podía pasar sin ningún problema. Otro me hizo la indicación de que sólo pasara con cuidado porque si sacudía la base donde estaban la señal se vería movida en la transmisión.

Así, presencié los últimos minutos sin obstáculos, detrás simpatizantes de la UNI en las tribunas, un entusiasta e ilusionado mosaico amarillo, mientras veía cómo Borregos se acercaba peligrosamente, tanto que me pregunté si volvería a suceder la trágica historia de siempre para los Auténticos.

Pero la determinación con la que la defensiva se colocó para tratar de impedir el intento de gol de campo de Roberto Medina con poco más de un minuto en el reloj, que hubiera empatado el juego 33-33, me transmitió algo de tranquilidad.

Entonces vino la patada de 58 yardas y el balón viajó tanto como el tiempo que transcurrió la última vez que aquellos Auténticos de Juan Blandé lograron el campeonato en el lejano 1977.

El ovoide pegó milagrosamente en la esquina del poste. Caprichoso pudo elegir caer hacia adentro, pero lo hizo hacia afuera.

Auténticos era campeón para alegría de tantos auténticos tigres como Sebastián Moreno.

Tras el final, y ya manejando camino a casa, llamé por cel a Marco Almaraz para decirle que esta vez el fantasma de Rensenbrink había sido borrego, una expresión que hemos acuñado para describir los balones que se niegan a entrar caprichosamente a una portería en el último momento.

Es en referencia a aquel disparo del jugador holandés que se ese estrelló en el poste de la portería de Argentina en el último momento y que hubiera dado a Holanda el título de la Copa del Mundo de 1978.

Pero Marco no contestó. Hablamos al día siguiente tras la heroica victoria de los Rayados con el gol de Berterame ante el América.

Manejaba yo rumbo al Estadio Universitario en espera de la remontada de los Tigres ante Xolos, y tocamos, por supuesto, el tema de la Final de la ONEFA una noche antes.

Tras colgar y ya ingresando al estacionamiento del Universitario se me vino a la mente una frase que resumía en mi opinión la hazaña de los de la UANL de un día anterior, así que volví a llamar a Marco para compartírsela.

“Dios es Auténtico”, le dije.

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César Vargas López

Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Ha trabajado como reportero, columnista y comentarista en medios como El Norte, Diario Récord, Publimetro, Televisa Monterrey y ESPN Radio. Realizó coberturas destacadas en la Gira de Niños de Campeones de Linda por California, en 1997; Copa Confederaciones en 1999, en Guadalajara; Mundial Japón/Corea 2002, y Copa Oro 2000, en Los Ángeles, California. Además se especializó en coberturas de Rayados entre 1998 y 2008, partidos de Copa Libertadores, de Selección Mexicana, en México y en el extranjero.
Ha escrito dos libros: Clásico Regio 40 Años de Pasión. / Voleibol, 100 Años en México.

Fb Fb cesar vargas periodista /  historias de fútbol Tw @cesarvargas777

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx

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