En esta ocasión te platico de un pleito, de una bronca, de una pelea, de un zafarrancho que sucedió precisamente el último día del año de 1720, aquí en nuestra hermosa ciudad de Saltillo, que no era ciudad sino era la Villa de Santiago del Saltillo.
Según la investigación que realicé, los participantes de la riña fueron dos individuos: José de la Cruz, vecino de la Villa de Santiago del Saltillo y el carpintero Juan de Liendro, quien vivía en el Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala.
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La noche del 31 de enero del ya muy lejano año de 1720, en un corral ubicado en el Pueblo de San Esteban, había pelea de gallos, pelea que terminó dejando de ser de gallos para convertirse en pelea de hombres, según un testigo ocular de los hechos, de quien no encontré sus generales, pero de quien puedo asegurar que era muy metiche y como que no quería estar en su casa, pues cuando salió por zacate para darle a su mula, por la noche, vio que en un corral cercano había pelea de gallos, se acercó y según él, divisó que José tenía 26 pesos y sin decir “agua va” el carpintero le dio una cuchillada.
La autoridad realizó la investigación pertinente, llegando a la conclusión de que el origen del pleito fueron unas tablas, aunado a que ambos pleitistas eran apostadores, les gustaban las peleas de gallos y súmele usted estimada y estimado Saltillense que ya José andaba borracho.
Al día siguiente, es decir el primer día de 1721, había un gentío afuera de la casa de José de la Cruz, mucho se murmuraba de su muerte, otros más aseguraban que seguía inconsciente desde anoche; la verdad era que al pleitista de José le habían curado una herida en la cabeza. Según el alcalde Ordinario de la Villa de Santiago del Saltillo se trataba, y cito textual: «Hallé una herida en la cabeza un poco inclinada hacía el lado izquierdo al parecer ejecutada con un cuchillo del tamaño de tres dedos de largo”. Del carpintero ni idea, se había fugado, tal vez pensando que habia dado fin a la vida de su rival.
Ya cuando José estuvo dispuesto, es decir doblemente curado, tanto de la herida como de la cruda, llegó ante la autoridad, ante el juez para realizar su declaración, la cual más que una declaración de hechos fue un perdón y cito textual: “aunque Juan Liendro y yo tuvimos contienda de pleito, estamos renconciliados y compuestos y perdonados como cristianos que somos. Y de mi parte no tengo yo qué pedir contra el dicho Juan, antes si puedo y suplico se sirva de mandarle salir del retraimiento en que se halla por ser un pobre oficial y estar careciendo de su trabajo”.
Ya despúes de haber localizado al carpintero, quien con su cuchillo habia herido a José de la Cruz, lo presentaron ante el juez, quien declaró con un comportamiento y voz solemne que estaba perdonado por el daño que había hecho, y que el perdón era del mismisímo rey.
En nuestra hermosa ciudad de Saltillo hay historias de pleitos, de broncas pero también de reconciliaciones y perdones, siendo esto algo que vale la pena recordar.

Francisco Tobías
Egresado de la UdeC, Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona. Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx