No podemos mirar a otro lado. Desde hace tiempo, todos sabemos que las redes sociales tienen un lado oscuro. En grupos privados y no tan privados, niños y niñas son sexualizados, cosificados y expuestos frente a millones de ojos adultos, mientras algunos prefieren no ver y pensar que nunca pasará a nadie cercano.
Este fin de semana, un grupo en Facebook llamado «La Princesa de Papá» dejó al descubierto el horror de ver a niños expuestos en imágenes de manera vil, provocando infinidad de comentarios que revuelven el estómago.
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El «monstruo» tiene varias caras. Una acecha detrás de la pantalla, observando y comentando, alimentando la amenaza invisible que sigue a los niños. Otra lo crea y lo comparte, subiendo imágenes, fomentando la sexualización y convirtiendo la inocencia en espectáculo. Ambos representan un peligro real, tangible y devastador.
No se trata solo de “contenido inapropiado” o “datos en internet”. Son vidas de menores expuestas al abuso, manipuladas por adultos que deberían protegerlos. Cada “like”, comentario o publicación que sexualiza a un niño contribuye a normalizar conductas pedófilas y deja cicatrices profundas e invisibles.
Autoridades de varios estados como Coahuila y de Nuevo León investigan este tipo de grupos, donde se comparten fotos de menores y se incita a comentarios de lo más bajo. Algunos usuarios, sin pudor, piden «más fotos» o que los agreguen a grupos de Telegram, pues ya se enteraron de que los datos de algunos integrantes del grupo quedaron al descubierto.
La responsabilidad no recae solo en las autoridades o en las plataformas digitales. Nos pertenece a todos: a los padres que creen que supervisar un perfil es suficiente; a los vecinos que no cuestionan lo que los niños muestran; a la sociedad que permite que la exposición infantil se normalice como entretenimiento. Cada omisión es un riesgo que puede costar la infancia de alguien.
Como bien señalaba una usuaria de Facebook: ¿de qué sirve denunciar tal o cual página si al rato abren otra o crean más grupos en Telegram? Es una bola de nieve que solo se detendrá cuando, como sociedad, seamos conscientes de la gravedad del problema. Nos escandalizamos por lo que ocurre en otros países y no vemos que podría haber un pedófilo cerca de nosotros.
Además del grupo «La Princesa de Papá», que fue removido de Facebook, existen otros grupos que hasta la noche del 30 de noviembre permanecían visibles. Si usted, amable lector, los encuentra, le invito a denunciarlos: «Inces», «Soy su hija y él es mi padre», «Familia Falsa», «Mamá e hijos siempre juntos».
La protección de los menores depende de todos: padres, vecinos, maestros y cualquier persona con acceso a redes sociales. Debemos educar, vigilar y actuar. No podemos seguir siendo espectadores mientras el «monstruo» acecha con todas sus caras.

DANIELLA GIACOMÁN
Daniella Giacomán Vargas (Monterrey, NL, 1979) Es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad La Salle Laguna en 2002. Periodista, escritora, editora y activista. Durante más de 20 años, ha trabajado en diversos medios impresos. Ganadora de premios estatales de periodismo Coahuila 2003 y 2009; en 2016 obtuvo el reconocimiento a la trayectoria profesional otorgado por el Senado de la República. Desde hace 11 años es vocera del Síndrome de Moebius en México y en 2022 lanzó su primer libro "El milagro y la sonrisa".
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx
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