En las frases siguientes he omitido nombres propios y de partidos. «…] enfrenta un endeudamiento histórico. |…] los legisladores I..] aprobaron la Ley de Ingresos |…] sin tomar en cuenta las propuestas de la oposición, cumpliendo con el mandato de no mover una coma. |…] va por rumbo equivocado.
El Gobierno está quebrado y su salida es exprimir más al contribuyente: más impuestos, más deuda, y menos inversión pública. |..] mantiene un esquema fiscal injusto |.] sin que haya programas y obras que compensen esa inequidad: no hay medicinas, ni carreteras, ni universidades nuevas. |…] el presupuesto de egresos |…] destina más recursos a pagar deuda que a invertir».
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La situación descrita prevalece en el estado desde 2011, cuando los coahuilenses amanecieron con la noticia de que el Gobierno les había endilgado una deuda por casi 40 mil millones de pesos (el «moreirazo»).
Mas no es de Coahuila ni del PRI y sus satélites de quienes se trata, sino de México, de la Administración de la presidenta Claudia Sheinbaum y de Morena. Los señalamientos provienen ni más ni menos que uno de los responsables del naufragio de las finanzas estatales y de que el presupuesto no alcance para obras, servicios e infraestructura: Rubén Moreira.
El exgobernador, coordinador del grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados y «alter ego» del decentísimo Alejandro Moreno, conduce un programa de
«análisis sin censura» que se transmite en plataformas digitales.
En la emisión del 2 de noviembre, Hugo Mena, presentado como experto en finanzas públicas, dijo que en el actual Gobierno «No se está pagando capital, sólo intereses. Es como pagar el mínimo de la tarjeta: el dinero no se usó en infraestructura, escuelas o seguridad, sino que se tiró.
Hoy sólo queda pagar la cuenta». Lo mismo ha sucedido en Coahuila en los 13 últimos años por la megadeuda, sobre todo en el docenio de los hermanos.
Mientras el mayor del clan, abrazado al fuero, se divierte, los coahuilenses padecen los costos del nepotismo y los efectos de la embriaguez de poder.
En el Gobierno de Humberto Moreira hubo obra en los 38 municipios, y Saltillo experimentó una segunda transformación. La primera y más importante correspondió a
Óscar Flores Tapia.
El sexenio de Moreira II se caracterizó por la sequía de inversiones. La inquina enfermiza hacia los alcaldes Jericó Abramo e Isidro López lastró a la capital. En Torreón, el Metrobús Laguna, al cual se destinaron mil millones de pesos, jamás entró en servicio.
Hoy es pura ruina. Las inauguraciones del Hospital Materno Infantil y del Centro Oncológico, en Saltillo, fueron montajes. No estaban terminados, pero acaso
sí facturados.
El sexenio 2011-2017 fue también el de las empresas fantasma, a las cuales se desviaron miles de millones de pesos («Frontera de papel», Hub de Periodismo de la Frontera Norte). Las denuncias de la Auditoría Superior de Coahuila fueron olímpicamente ignoradas por la Fiscalía y el embeleco llamado Sistema Estatal Anticorrupción. Lo mismo pasó con el «ficreazo».
El Tribunal Superior de Justicia del Estado perdió más de 200 millones de pesos «invertidos» indebidamente en la financiera popular. La corrupción también puede explicarse con peras, manzanas y otras yerbas, pero el cinismo y el caradurismo, no.

Gerardo Hernández
GERARDO HERNÁNDEZ es periodista desde hace más de 40 años en Coahuila. Director General de Espacio 4.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx
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