En esta ocasión te platico de la que fuera, por lo menos con permiso de la autoridad, la primera botica que tuvimos aquí en nuestra hermosa ciudad de Saltillo, cuando aún tenía por nombre Ciudad Leona Vicario. Me refiero a la botica Guadalupe.
El 12 de marzo de 1835 el Ayuntamiento de la Ciudad Leona Vicario autorizó al Sr. Antonio Goribar que estableciera una botica, siendo el nombre de esta “Guadalupe”, la cual estaba ubicada en la esquina de Zaragoza y Ocampo, frente al Palacio de Gobierno.
Pero antes de continuar déjeme explicarle estimada y estimado Saltillense, principalmente a los más jóvenes, que las boticas eran aquellos establecimientos predecesores a las farmacias, pues a diferencias de las farmacias en las boticas se preparaban los medicamentos, se ejecutaban formulas químicas, se amasaban remedios y más, todo esto siendo preparado por el boticario, quien tenía los conocimientos farmacobiólogos para elaborar los medicamentos encargados por los médicos.
Antes de volver a la historia de la primera botica autorizada en nuestra ciudad, quiero aclarar que existe evidencia en el archivo municipal de que ya en la época de la Villa de Santiago del Saltillo existía por lo menos una botica, pues existe un documento fechado el 29 de noviembre de 1820, cuando aún éramos parte la Nueva España, en el cual por medio de un juicio el sr. Gregorio Montañez conviene en entregarle la botica a su cargo al sr. Lorenzo Chirio. Ahora si volvamos a la historia de la botica Gudalupe.
Don José García Rodríguez, quien fue el primer cronista de Saltillo, describió el interior de la botica Guadalupe como un lugar donde atrás del mostrador se encontraban varios estantes de color verde llenos de botes de porcelana, con etiquetas negras en las cuales estaban plasmadas con letras doradas nombres extravagantes y sin orden palabras como “Arsenicum Lodatum”, “Causticum”, “Chamomilla”, “Matricaria”, “Chinchona Officinalis”, “Strynchos Nux Vomica”, “Ipectacuanha”, pareciendo como si fueran ideas de muerte y espanto. Además, encima del mostrador había frascos de cristal con dulces como gomas, caramelos y orozús.
En la botica Guadalupe, los Saltillenses, bueno, los leonavicarios, podían adquirir manteca, agua destilada —la cual se encontraba junto a las balanzas—, morteros, cucharas, globos de cristal, todas ellas herramientas e insumos para elaborar píldoras, jarabes, cremas, entre otras cosas.
Antonio Goribar era conocido en la comunidad por ser una persona capaz de platicar con algún amigo mientras atendía a algún cliente, y por increíble que pareciera podía preparar las medicinas encargadas por algún médico. Motivo por el cual era capaz no únicamente de sostener charlas sobre medicinas y enfermedades, sino hasta de religión, política y con seguridad hasta de chismes de aquel pequeño pero hermoso Saltillo.
El progreso técnico, científico y hasta la manera de hacer comercio han cambiado mucho no solo en nuestra ciudad sino en el mundo, ocasionando que ya queden sólo muy pocas boticas en Saltillo. El paso del tiempo, el correr de los años han provocado también que cada vez menos personas acudan a este tipo de establecimientos por algún fármaco; sin embargo, la botica Guadalupe, como el sr. Antonio Goribar y las boticas que aún se preserven en nuestra hermosa ciudad son algo muy de Saltillo y que vale la pena presumir.

Francisco Tobías
Egresado de la UdeC, Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona. Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx