
En enero de 2019, publiqué una pregunta que parecía exagerada para algunos, incómoda para otros y profética para quienes sabíamos leer el territorio:
“¿Convertirnos en el Chicago de los 20, o en el Estado modelo de la Cuarta Transformación?”.
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Hoy, en 2025, la respuesta no solo está a la vista: es más grave de lo que imaginamos. Baja California no se convirtió en modelo de nada. Se convirtió en escenario de todo lo que advertimos: inseguridad desbordada, deuda histórica, captura institucional, simulación política y complicidad criminal. No hay transformación: hay descomposición.
El Estado fallido que se niega a llamarse así En seis años de gobiernos emanados de Morena, la deuda pública se ha duplicado, superando lo acumulado en tres décadas de administraciones panistas. El gasto no se traduce en infraestructura ni en bienestar: se diluye en contratos opacos, megaproyectos inflados y nóminas clientelares.
La inseguridad ha alcanzado niveles alarmantes. Baja California enfrenta una crisis de extorsión, desapariciones y control territorial por parte de grupos criminales, con denuncias de que dependencias públicas han sido infiltradas y que el cobro de derecho de piso se organiza desde dentro del aparato estatal. El artículo de Peniley Ramírez, “Con los dedos sucios”, documenta con precisión lo que muchos callan: vínculos entre actores de Morena y estructuras delictivas, pactos de impunidad, y una red de complicidades que ha convertido al Estado en rehén. —
La campaña interna: ¿casualidad o plan con maña? La descomposición no se limita al ejercicio del poder: se profundizó durante la campaña interna de Morena, donde se usaron recursos públicos, operadores institucionales y estructuras paralelas para imponer candidaturas. Lo que debió ser un proceso democrático se convirtió en una operación de Estado, con dinero opaco, pactos criminales y presión territorial La campaña interna fue el laboratorio donde se consolidó el modelo de simulación: una estructura política sometida al crimen, financiada por el erario y legitimada por la narrativa oficial
¿Peor que el Chicago de los 20?
En los años 20, Chicago era símbolo de crimen organizado, corrupción institucional y violencia urbana. Pero incluso entonces, había límites. Hoy, Baja California vive una captura más sofisticada y más peligrosa:
• El crimen no opera desde las sombras, sino desde los escritorios.
• La política no combate la ilegalidad: la administra.
• La ciudadanía no participa: sobrevive.
La diferencia es que en Chicago había prensa libre, justicia parcial y voluntad de reforma. En Baja California, la narrativa oficial encubre el colapso, y la llamada “Cuarta Transformación” se ha convertido en dogma sin método, consigna sin contenido, simulacro sin ética.
La advertencia era clara. El silencio fue cómplice. Lo dijimos desde el principio: sin verdad, sin justicia, sin comunidad, la transformación se convierte en simulación. Y la simulación, cuando se mezcla con crimen, deuda y cinismo, se convierte en tragedia.
¿Primero los pobres? La consigna fue clara: Primero los pobres.
Pero en Baja California, los únicos que se han hecho ricos son los nuevos mandarines morenistas, sometidos —o aliados— de los grupos criminales que controlan el territorio. Propiedades en San Diego, negocios en Tijuana, contratos en Mexicali. La pobreza no fue combatida: fue administrada para manipular el voto. La transformación no fue ética: fue inmobiliaria. Mientras los barrios se llenan de miedo, los despachos se llenan de escrituras. Mientras los jóvenes desaparecen, los operadores políticos aparecen en las notarías. La consigna se convirtió en simulacro. El Estado en rehén. Y la Esperanza en sarcasmo
Llamado a la rebelión ética y territorial
No hay transformación sin verdad. No hay justicia sin memoria. No hay República sin pueblo. La inseguridad, la inestabilidad y la violencia que hoy vivimos en Baja California —y en todo México— no son accidentes: son consecuencias.
Son el resultado de un modelo político que ha pactado con el crimen, que ha desmantelado instituciones, que ha convertido la pobreza en herramienta electoral y la esperanza en simulacro.
Desde que Morena llegó al poder, la violencia ha crecido en grado superlativo, la deuda se ha disparado, y el Estado ha sido capturado por intereses oscuros.
No podemos seguir esperando que quienes provocaron el desastre lo resuelvan.
Es tiempo de organizarnos.
De luchar. De ser rebeldes.
Rebeldes contra el miedo.
Rebeldes contra la mentira.
Rebeldes contra la resignación.
Convoco a la ciudadanía libre, a los barrios, a las colonias, a los pueblos, a las mujeres, a los jóvenes, a los migrantes, a los trabajadores, a los periodistas, a los maestros, a los defensores del territorio: no esperemos más. Organicémonos. Construyamos redes de dignidad. Recuperemos el poder que nos han robado. Porque si el Estado se ha convertido en rehén, la sociedad debe convertirse en protagonista. La historia no se repite: se responde.

Jaime Martínez Veloz
Luchador social, politólogo, incómodo al poder, ex legislador.Presidente del Centro de Estudios y Proyectos para la Frontera Norte “Ing. Heberto Castillo Martínez”.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx