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¿A dónde van los votos?

Los frutos de las luchas sociales se cosechan en las urnas.

Cuauhtémoc Cárdenas perdió la Presidencia en 1988, en unas elecciones fraudulentas, pero nueve años después se convirtió en el primer jefe de Gobierno del Distrito Federal, postulado por el PRD.

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La victoria sobre el priista Alfredo del Mazo González, exgobernador de Estado de México y uno de los cachorros de la revolución, fue en proporción de 2 a 1, abrumadora. El padre de Del Mazo había sido Gobernador, como después lo sería también su hijo, ambos homónimos.

La derecha postuló a Carlos Castillo Peraza, uno de los mejores líderes del PAN, cuya votación equivalió a un tercio de la obtenida por Cárdenas.

El primer gran triunfo del PRD en apenas ocho años de fundado. La izquierda gobierna desde entonces la capital, plataforma de Andrés Manuel López Obrador у Claudia Sheinbaum para ganar la presidencia por Morena.

El triunfo del PRD en el entonces D. F. parece próximo a la fecha de su constitución, en 1989, y de hecho lo es.

Acción Nacional, en 86 años, no ha ganado la ciudad una sola ocasión. La izquierda (PRD y Morena) han ligado seis victorias consecutivas, lo cual resulta de múltiples hechos y factores:

  1. Movimientos históricos por las reivindicaciones sociales (de médicos, ferrocarrileros, profesores, campesinos, electricistas, estudiantes y microempresarios), la mayoría reprimidos;
  2. fraudes electorales repetidos
  3. rabia por el abandono del Gobierno federal en situaciones de emergencia;
  4. resistencia frente a las embestidas del Estado, cada vez más violentas;
  5. Corrupción rampante, enriquecimiento impune de políticos, empresarios y banqueros inescrupulosos;
  6. el abrazo al modelo neoliberal y la negación del estado de bienestar que caracterizó al primer PRI;
  7. la fusión de siglas, en otro tiempo irreconciliables, que dio origen al PRIAN, y su apoyo a gobiernos ilegítimos como los encabezados por Salinas de Gortari, Felipe Calderón y Peña Nieto;
  8. el empobrecimiento de millones de mexicanos, mientras una minoría selecta acaparaba la riqueza nacional;
  9. robo de la elección a López Obrador;
  10. la renuncia del Estado a combatir el narcotráfico. Y una inagotable acumulación de agravios.

El PAN, partido de oposición por antonomasia, perdió en ese periodo su esencia: de la lucha democrática esforzada y sacrificial, del sinfín de fraudes en elecciones locales у federales, pasó a la negociación política entre bastidores con Salinas de Gortari y el PRI.

La derecha y sus adláteres (medios de comunicación, intelectuales, escritores,
«comentócratas», líderes religiosos) se movilizaron contra AMLO —hasta entonces el Presidente más legitimado, con 30 millones de votos— como nunca antes lo hicieron con los
«espurios».

«espurios». Protestaron por la inseguridad (heredada) y los feminicidios, defendieron al INE y al Poder Judicial.

A veces llenaban el Zócalo, otras veces no. Sus movilizaciones, a diferencia de las organizadas por la izquierda, son mediáticas.

El año pasado se vistieron de rosa y anticiparon el triunfo de la candidata presidencial de la alianza cursi denominada
«Fuerza y Corazón por México».

¿El resultado?

Desastroso: 16 millones de votos frente a 36 millones de Claudia Sheinbaum. Disfrazarse de generación Z tuvo el mismo efecto.

Una izquierda con errores y traspiés, pero cada vez más fuerte. Una Presidenta con un elevado reconocimiento nacional e internacional.

Unas oposiciones y poderes fácticos desorientados y con menos peso.

Los electores dejaron de comulgar con ruedas de molino.

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Gerardo Hernández

GERARDO HERNÁNDEZ es periodista desde hace más de 40 años en Coahuila. Director General de Espacio 4.

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx

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