A los que se preguntaban qué hacía ese niño ahí en la cancha al que los hondureños agarraron de costal de gimnasio… la respuesta vino a los 4′ de la segunda etapa.
Era una salida con Vázquez que rebasa la media cancha, se le muestra Vega, le toca al pie, se gira, enfila al frente, se le mueve Mora, recibe, encara, amaga con el cuerpo al defensor, pero el balón va al pie derecho y sale, toca al espacio, sin prisa, pero sin pausa, preciso con la fuerza y la dirección exacta a Jiménez. 1-0.
Unos minutos después tuvo una más en la esquina del área, encaró al defensa, lo dejó parado, fue a la línea de fondo y se la pone al pie a Alvarado que remata de primera y estrella en defensa. La asistencia existió, limpia, nítida. Era el 2-0 y no entró.
A Mora ya le habían metido cuatro patadas y un rodillazo en el estómago. Algo que el árbitro consideró «un choque». Es normal, si en tu pulcra vida tocaste una pelota, como árbitro no puedes saber de las mañas de un defensor.
El pisotón sobre Vega era roja, y el gol de Édson era válido, anulado por la misma estupidez que sucedió cuando le anularon un gol a Giménez ante los ticos.
Es muy probable que los señores colegiados de la Concachafa sufran de algún tipo de retraso mental que les impide entender debidamente lo que dice la Regla 11. Es inaudito que porten un gafete FIFA y no entiendan el concepto.
En fin… Digamos que están al nivel del fútbol rascuache que ofrecen los protagonistas.
En general el juego fue malísimo, técnicamente hablando. Muchas patadas, empujones, quejas, lloriqueos, conatos de bronca como señoras de vecindad y poco fútbol.
De los catrachos es normal no saben jugar, pero los del Tri… tampoco. Y los que saben cómo Vega, son unas chuchas cuereras en la liga piñatera de la MX y cuando se ponen la del Tri, palidecen. Marcelo es otro princeso, de colegio privado y academia que se escondió ayer todo el partido para que no le pegaran.
De tantas veces que le pegaron a Mora no hubo que se acercara a meterles un empujón y un reclamo a los abusivos. Se vieron muy huevos tibios.
Yo prefiero bravos como Lira y Orozco que llegaron a dar dos o tres estatequieto a los morenos que los que jamás jugaron en el barrio y no saben meter el cuerpo, dar un pisotón, una barriada brava para imponer respeto aprovechando las pelotas divididas… los laterales Araujo y Chávez, una calamidad. Están iguales o peores que a los que sustituyen. Metes en una licuadora a Angulo, Araujo, el Tiloncito y Gallardo y no sacas uno bueno.
La gente a lo mejor está feliz con este equipo mexicano y está bien… viven la fantasía.

Reynaldo Márquez
Periodista desde hace más de 35 años en el norte de México. Ha colaborado en El Norte, ABC y otros medios. Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx