Los morenistas fueron más proclives a apoyar candidaturas propuestas por el Poder Ejecutivo; mientras que oposicionistas tuvieron más inclinación por las candidaturas en funciones.
El pasado 1 de junio votaron 13 millones de personas en las primeras elecciones para asignar cargos al Poder Judicial. Más allá del clima de polarización política que prevalece, y bajo el cual la participación se ve como un éxito histórico o como un rotundo fracaso, entender a las y los votantes nos puede agregar elementos para poner en perspectiva estas elecciones.
La encuesta nacional a la salida de las casillas de EL FINANCIERO nos dejó un registro del perfil, de las razones y de las experiencias que tuvieron las y los votantes. Con base en los datos, me permito hacer algunos apuntes.
1. Voto duro y apartidistas
Podría pensarse que en las elecciones judiciales votaron principalmente simpatizantes de la ‘4T’. La encuesta de salida indica que la distribución partidaria en las urnas fue de 45 por ciento de morenistas, 6 por ciento seguidores de la oposición, y 49 por ciento de apartidistas, la proporción más alta.
El porcentaje de apartidistas en las urnas fue incluso más alto que en las elecciones presidenciales de 2024, cuando representaron 43 por ciento, según la encuesta de salida realizada ese año. Sí, hubo un significativo voto duro, pero las personas apartidistas fueron la mayor proporción de votantes.
2. Voto informado y voto inducido
Una de las críticas a las elecciones del domingo se centró en los llamados acordeones, y en la sospecha de que el voto estuvo, en buena medida, inducido.
De acuerdo con la encuesta, 24 por ciento de las personas dijo que contó con la ayuda u orientación de alguien para saber por quién votar.
Entre votantes morenistas, el porcentaje que dijo haber contado con ayuda u orientación de cómo votar fue más alto: 31 por ciento; entre oposicionistas fue 23 por ciento, y entre apartidistas fue más bajo, 17 por ciento.

Si bien la pregunta no menciona explícitamente los acordeones, su sentido nos ayuda a dimensionar la magnitud del probable voto asistido, por llamarlo de alguna manera. Su alcance fue hasta de un tercio de los morenistas, y una cuarta parte de oposicionistas que salieron a votar, pero de menor alcance entre apartidistas, el mayor grupo de votantes.
En una elección con boletas tan complejas, llevar notas y apuntes era muy útil para cualquier votante; se trataba de elegir, no de pasar un examen de memorización. No obstante, los acordeones se estigmatizaron, sin distinguir los apuntes propios de aquellos que se diseminaron y que el votante podía tomar como pistas o no, según la fuente u origen.
Algunas podían ser pistas negativas: por ejemplo, los acordeones oficialistas resultaban útiles a votantes oposicionistas para el descarte de candidaturas.
3. Clientelas y señales partidarias
Pese a la complejidad de las boletas, la encuesta indica que una buena proporción de votantes manifestó una preferencia como hubiéramos esperado: la gran mayoría de morenistas prefería que ganaran candidaturas favorables a la ‘4T’; la gran mayoría de oposicionistas preferían candidaturas independientes a la ‘4T’, y el segmento de apartidistas se dividió hacia ambos lados, con una ligera mayor proporción hacia candidaturas percibidas como independientes.
A pesar de la ausencia de partidos, la elección sí tuvo un cierto tono partidario, pro y anti ‘4T’.
Considerando que la mayoría de votantes no contó con asistencia ni acordeón, ¿qué señales siguieron? La encuesta indica que los morenistas fueron más proclives a apoyar candidaturas propuestas por el Poder Ejecutivo; mientras que oposicionistas tuvieron más inclinación por las candidaturas en funciones. Entre apartidistas los votos se diluyeron más.
Algo similar se observa si se desglosan las preferencias entre beneficiarios y no beneficiarios de programas sociales, con los primeros asumiendo una postura más a favor del oficialismo.
Al parecer, los poderes que propusieron las candidaturas suplieron el rol del partidismo en una elección que, en teoría, no era partidista.
Todos estos datos indican que, a pesar de la ausencia explícita de partidos políticos, la conducta de las y los votantes en las elecciones judiciales no fue tan distinta de lo que hemos visto en otros comicios. La siguiente tarea es enfocarse en encontrar las diferencias.
ALEJANDRO MORENO es profesor del Departamento de Ciencia Política del ITAM y vicepresidente de la World Values Survey Association. Actualmente es Consultor/Director de Encuestas y Estudios de Opinión de El Financiero.