Lo que vemos hoy en México ya lo vi antes en Polonia, en donde finalmente los polacos resistieron el primer asalto y tiraron del gobierno a los populistas.
Cuando una situación política, social o familiar se torna caótica, ruidosa y confusa, los polacos dicen que “es como México”.
La expresión viene de la época en que llegaban a los cines de Varsovia las películas mexicanas de charros, chinas poblanas, ranchos grandes y Pancho Villa con sus escenas llenas de balazos, canciones, bailes, tequila, romances, traiciones y más balazos.
Mi hermano Roberto, quien pasó buena parte de su vida allá y formó una familia polaca-mexicana, me platicó esa anécdota que le sorprendió al conocerla: muchos polacos pensaban hace décadas ¡que todavía vivíamos así!
Bueno, pues ahora la expresión se puede aplicar a la situación política en Polonia con el regreso de un gobierno populista encabezado por Karol Nawrocki (42 años) y apoyado por el Partido Ley y Justicia, junto con otros aliados.
La personalidad de Nawrocki es la de un milusos: ha sido boxeador y guardia de seguridad, académico e historiador, tiene filiación prorrusa, se opone a la Unión Europea y vilifica a los inmigrantes, incluidos a los refugiados de la guerra en Ucrania.
No por nada algún comentarista norteamericano dibujó con precisión la situación polaca: “ganó MAGA en Polonia”. Nawrocki dice: “Polonia primero, los polacos primero”, ¿le suena familiar como el “America First” o “Primero los pobres”?
Después de las elecciones, me comuniqué a Varsovia con uno de mis amigos polacos el día 1 de junio y me dijo crudamente: “para mí esto es el fin de la democracia”.
Por coincidencia, yo pensaba lo mismo sobre México en ese mismo día, cuando en México se realizó la elección para elegir por voto popular a los “jueces del pueblo” y magistrados y ministros para la Suprema Corte de Justicia.
“Me da pena de ser polaco en este momento, en serio, una nación tan estúpida que no piensa en nada”, agregó mi amigo.
El tipo (se refería a Nawrocki), despojó a un señor de edad adulta de un departamento, de joven fue hooligan pandillero, militó en organizaciones de ultraderecha, se le ha señalado de estar implicado en la distribución de drogas, tiene nula experiencia en cargos de la administración pública y no tiene roce diplomático. Mi amigo lo puso como palo de gallinero.
Hay más que decir de Nawrocki. Su única experiencia como funcionario ha sido presidir el Instituto Nacional de la Memoria, en el cual se presenta como historiador (tiene un doctorado en Humanidades y es autor de varios libros).
Anteriormente, Karol dirigió el Museo de la Segunda Guerra Mundial en Gdanks, su ciudad natal, desde donde minimizó el Holocausto, el genocidio nazi del pueblo judío en donde varios campos de concentración estuvieron en territorio polaco.
Al ganar la presidencia, bajo el régimen político polaco, el presidente tiene poder de veto sobre la legislación que proponga el gobierno, el cual será presidido por el primer ministro Donald Tusk, una vez que ha quedado fuera del gobierno el señor Andrzej Duda.
Imagínense ustedes cómo va a estar la cosa entre los del mismo partido Ley y Justicia: Tusk (quien es proeuropeo) ha llamado “gánster” a Nawrocki.
El trasfondo de esta situación es muy grave, insiste mi amigo polaco: en el comité de apoyo a Nawrocki participaron personas pagadas por Rusia, lo cual está bajo investigación, y el ejército polaco, a pesar de ser de los más grandes de Europa, no está debidamente preparado para pelear contra los rusos, por ejemplo, contra los ciberataques.
Polonia, recordemos, comparte frontera con Rusia, Bielorrusia y Ucrania y, por el Oeste, con Alemania. Los polacos se sacaron la Lotería Geopolítica.
La debilidad de las instituciones polacas que han estado bajo ataque del populismo desde hace años no permite presentar una posición fuerte ante las amenazas rusas.
En Polonia, anteriores presidentes populistas como Jaroslaw Kaczynski atacaron frontalmente al Poder Judicial, especialmente a la Suprema Corte, y a la Unión Europea.
Lo que vemos hoy en México ya lo vi antes en Polonia, en donde finalmente los polacos resistieron el primer asalto y tiraron del gobierno a los populistas.
Ahora que los ultranacionalistas, antieuropeos y antiinmigrantes han regresado a Varsovia (“MAGA ganó en Polonia”, recuerden) y muestran simpatías con Putin, los polacos, me dice mi amigo, se suman al espíritu que recorre hoy a Europa: creen que hay que prepararse para la guerra.
No me quedó más que decirle a mi amigo polaco la broma de que ahora ellos “son como México”, y soltó una carcajada.
Si no de guerra, la sensación de desastre inminente en México es tan fuerte como lo que sienten los polacos.
Brindemos con vodka y tequila, que más queda.
ROGELIO RÍOS estudió Relaciones Internacionales y es periodista de opinión sobre México y el mundo. Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx