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Juanito de la Hacienda de Hornos: Memoria viva del agua y de los trenes

Juanito es presidente del Comisariado Ejidal y uno de los más grandes conocedores de la historia de Viesca. Sus recuerdos son testimonio vivo de la memoria colectiva de un pueblo que se transformó entre aguas, trenes, sequías y cosechas.

Antes de que existiera la población de Viesca (1731), ya se había fundado la Hacienda de Hornos en 1598 por sacerdotes jesuitas, siendo uno de los primeros asentamientos en la región de la Nueva Vizcaya. En ese tiempo aún no se constituía el estado de Coahuila (1824). La antigua vía del ferrocarril que iba de Torreón a Saltillo pasaba por esta hacienda. En la actualidad, es el ejido Venustiano Carranza.

En ese lugar, perteneciente al actual municipio de Viesca, Coahuila, nació el 5 de diciembre de 1953 Juan Gándara Yáñez (Juanito), hijo de Gilberto Gándara Sifuentes y María del Socorro Yáñez Menchaca. El matrimonio tuvo siete hijos: José Francisco, María Dolores (†), Juan, María Luisa, Maximiliano, Tomás y Olga Neli. El primer antepasado de la familia Gándara que se estableció en la ex Hacienda de Hornos fue Antonio Gándara, en el año 1700, 31 años antes de que se fundara Viesca.

Juanito estudió en la escuela primaria Ricardo Flores Magón, aunque sólo se ofrecía hasta cuarto grado de educación básica. Aun así, los formaban como instructores para enseñar a otros niños. Años después, concluyó su primaria en el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA). Desde pequeño jugaba beisbol. Para fabricar sus guantes, colocaban la mano sobre retazos de tela, la dibujaban, recortaban y cosían. Los bates eran de ramas de álamo que ellos escogían, y las pelotas se hacían con las que abandonaban los beisbolistas adultos, recubriéndolas con hilo de medias de seda desechadas. Jugaban por cuadras: niños de una contra los de otra. Recuerda que los primeros guantes de cuero se los regaló el entonces presidente municipal, don Ignacio González.

Junto al manantial “El Túnel”, construyeron un pozo equipado con un cilindro, mecate y cubeta para extraer agua. Un día, el suelo del pozo se desmoronó y un niño llamado Betito cayó. Falleció en el acto. Fue una tragedia que marcó al pueblo. Para trasladarse a Viesca a jugar, los niños pedían prestado el armón al mayordomo de la estación de Hornos o al jefe del ferrocarril. Llevaban su lonche y, a veces, jugaban descalzos. Con el tiempo, los trabajadores del tren comenzaron a patrocinarlos y les prestaban bates de madera.

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Ya joven, Juanito continuó en el equipo local, con el que ganó varios campeonatos. Tuvo el honor de mostrar sus habilidades al Zurdo Froto, un gran pitcher, quien le lanzaba pelotas y le servía de entrenamiento. Compartió el campo con su amigo Pepe Hernández. De niños, también jugaban al “cuatrito”: hacían dos hoyos de unos seis centímetros de profundidad donde cupiera una moneda, separados por cuatro metros. Con una moneda intentaban acercarse: si la metían, acumulaban cuatro puntos y quien lograba doce puntos, ganaba.

Le tocó presenciar la sequía de los manantiales. Recuerda que, hacia el sur, en el cerro conocido como La Presa, hay una noria de agua potable que abastece a Venustiano Carranza, Saucillo, Zapata, Villa de Bilbao y Viesca. Allí encontraron restos fósiles de mamut. Juanito se siente orgulloso de sus raíces. Su padre le contaba historias por las noches: que don Leonardo Zuluaga, al adquirir la Hacienda, poseía tierras que llegaban hasta Monclova y colindaban con el río Nazas; que desde la casa grande partía un túnel hacia la capilla de Santa Ana; y que en el centro de la hacienda había bodegas repletas de costales con oro mulato.

La Hacienda de Hornos sufrió durante años los ataques de los apaches, por eso la comunidad construyó alrededor de la plaza, en forma de defensa por las arremetidas de los indios. Durante el siglo pasado, fue un centro de riqueza: ahí se fabricaban piezas de ferrocarril, incluso vagones.

Como ejidatario, a Juanito le tocó sembrar algodón bajo el programa del Banrural. Cuando desapareció el financiamiento público, se dedicó a la siembra de melón y sandía. Ama la vida del campo. Aprovechaba los recursos naturales: asaba quiotes −la inflorescencia del maguey− para comerlos y usaba mezotes secos como leña, ya que, al florecer, la planta muere y sus pencas secas pueden reutilizarse.

Actualmente, Juanito es presidente del Comisariado Ejidal y uno de los más grandes conocedores de la historia de Viesca. Sus recuerdos son testimonio vivo de la memoria colectiva de un pueblo que se transformó entre aguas, trenes, sequías y cosechas, además de recordarnos el valor de la Hacienda de Hornos, las costumbres y juegos de antes.

jshv0851@gmail.com

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SALVADOR HERNÁNDEZ VÉLEZ

SALVADOR HERNÁNDEZ VÉLEZ es ambientalista, académico, escritor y senderista. Ex Rector de la Universidad Autónoma de Coahuila. Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx