Confundir las redes sociales con la realidad

Quien actúa en las redes llega a convencerse de que lo que él ve en ellas es la realidad misma y que los cientos, miles o millones de reproducciones de un hashtag constituyen dicha realidad.

Con demasiada frecuencia vemos hoy que un hashtag, un tema cualquiera etiquetado con una frase en específico, alcanza miles y hasta millones de vistas o reproducciones en alguna red social, generalmente en X, y quienes lo impulsan llegan a creer o sentir que están teniendo un gran impacto en la realidad. 

Me temo que las cosas no son tan sencillas como parecen.

Quienes confunden la actividad en el mundo virtual con la realidad no toman en cuenta los algoritmos que analizan las acciones de cada persona en las redes y la retroalimentan con información relacionada, en pocas palabras, las propias redes envuelven a quien las utiliza en un círculo informativo adecuado a lo que se piensa.

No es algo totalmente nuevo, ya desde hace muchos años se hablaba de la “espiral del silencio”, un proceso mediante el cual las opiniones mayoritarias se volvían cada vez más significativas debido al miedo que presentan quienes no las comparten y por ello callan, solo que en este caso es el algoritmo el que calla aquellas opiniones que no concuerdan con la expresada por un usuario.

Pero también en la realidad cotidiana se presenta el llamado “sesgo de confirmación”, mediante el cual cada persona selecciona, así sea inconscientemente, la información que desea atender. Por ejemplo, cuando alguien está pensando en comprar un automóvil de determinada marca y modelo comienza a “encontrarse” con muchos autos similares a los que él busca.

El caso es que quien actúa en las redes llega a convencerse de que lo que él ve en ellas es la realidad misma y que los cientos, miles o millones de reproducciones de un hashtag constituyen dicha realidad.

No importa si el número de reproducciones se debe a la existencia de robots, bots, que una y otra vez realizan la acción necesaria para acumular vistas, likes y reproducciones, el usuario de redes ya seleccionó su respuesta: algo está sucediendo en la realidad.

Si a este sesgo de confirmación sumamos el de “anclaje”, que nos hace difícil dejar de lado la primera información que consideramos significativa, ya sea porque eso esperamos o simplemente porque “nos parece adecuada”, tenemos un panorama en el cual la confusión entre mundo virtual y mundo real parece inevitable.

Así pues, cuando usted se emocione con algún “triunfo” en redes de la corriente política con la cual simpatiza, con alguna opinión que le parece cierta, o con su equipo de futbol, tome en cuenta que quizá está usted siendo víctima “del algoritmo”, de “la espiral del silencio” o de sus propios sesgos cognitivos, entre ellos el peligrosísimo Dunning-Kruger, que nos hace creer que somos los más inteligentes del salón.

Es difícil sustraerse a este tipo de situaciones, de entender cuál es el límite de las redes y dónde empieza la realidad, requiere mucho esfuerzo consciente, mucha energía física y trabajo cerebral.

Como quiera bien vale la pena realizar el esfuerzo, no importa si a veces se falla, lo importante es persistir, aunque en ocasiones sea doloroso por las verdades con las cuales se puede uno topar. 

jpalacios@mobilnews.mx
 


JUAN PALACIOS es educador de profesión, periodista por vocación. Editorialista en La Moneda, ABC, El Porvenir y Radio Alegría.  

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx

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Juan Palacios

JUAN PALACIOS es educador de profesión, periodista por vocación. Editorialista en La Moneda, ABC, El Porvenir y Radio Alegría, en Monterrey.